Se suponía que iba a ser un partido en el que más de uno tendría que posar su trasero sobre el banquillo al no caber todos en la pista de baloncesto, pero al final se convirtió en un uno contra uno con dosis de cotilleo. Entre que Brett Dylan había llegado tarde y solo y que Joey D ya tenía que largarse, apenas les dio tiempo para unos tiros a canasta y alguna pregunta indiscreta de Brett a Joey que este último no tuvo reparos en contestar.
Cada cual es libre de vivir su relación como quiera, pero un poquito superficial sí que era la de ellos cuando Joey le dijo que había dejado a su novia porque no le quería chupar el rabo. Hostia, menudo plan. De todas formas menuda perra, tenía que ser tonta para no querer mamársela a un tiarrón así.
Brett le consoló en plena pista besando sus labios a la vez que le palpaba el paquete, se agachó y le merendó toda la polla. Acompañó la mamada de su mano derecha pajeando el rabo, no lograba entender por qué una tia decía no al placer de degustar un pollón como ese. Le iba a dar todo lo que ella no le había dado. Le miró a los ojos mientras chupaba y le calzó los huevos con la mano. Tiró rápido para paja pegándole un buen zarandeo al mango, pero Joey le frenó. Quería algo más que una mamada.
Para eso están los colegas, para ayudar en cuanto se necesite y las necesidades de Joey ahora eran mucho mayores. Se había quedado sin su chochito donde meterla, así que cogió el culito de Brett, esa puerta trasera que ella también se negaba a darle, se lo abrió y como se estaba haciendo oscuro, subieron al piso compartiendo ducha. Le dio por detrás follándoselo como a una nena y para acabar le pringó los morros de rica leche. Será boba la tia, que ni chupa, ni se deja penetrar el ojete ni recibir semen en la carita. Ella se lo pierde.
