La cúpula acababa de aprobar el plan del obispo Hart, al que le faltó tiempo para ponerlo en marcha. Unos minutos después de recibir la llamada aprobatoria, llamó a su despacho al mayor Ingles, un chico con el que se le ponía durísima cada vez que lo veía en los comedores. El plan era muy sencillo: captar a todos los nuevos chavales que habían llegado como consecuencia de otros amigos suyos y hacerles creer que tras esas puertas encontrarían el paraíso para follarse todos los culos cuando y como quisieran.
Y para hacerles creer eso, Hart tendría que prestar su precioso trasero para la causa. Después, en función de lo bien que follaran algunos realmente vivirían en el paraíso desvirgando culos y otros encontrarían su camino como putillas de habitación en habitación consolando los rabos de mayores y hermanos.
El primer paso era descubrir la verdadera vertiente sexual de los chicos. Les hacía quedarse en camiseta de tirantes y calzones, les palpaba un poco el paquete haciéndoles ver el apetito sexual que tenía por ellos y si la respuesta era un rabo morcillón que poco a poco iba montando tienda de campaña bajo la tela, les bajaba los gayumbos, se las pajeaba con la mano y les comía todo el rabo antes de desnudarse él y ponerles el culo para que descubrieran el placer de follarse a un macho veterano a pelo y en condiciones.
Del mayor Ingles le sorprendió lo juguetón que era y lo mucho que se abrió al sexo con otro tio. Cuando normalmente la mayoría se quedaban como una estatua, él introdujo la cabeza entre las piernas del obispo y se pegó una buena merendola de polla, huevos y ojete, sin contar con la espectacular follada que comenzó con unos pollazos en la raja del culete y que continuó con la metida del rabo sin condón.
Tan alto como era, la longitud de la polla la tenía a la altura de las circunstancias, una vara larga que a Hart le tocó hasta el alma. Tanto es así que hasta se olvidó de sus deberes como obispo y se abandonó al gustazo de estar follando con un chavalote con la mitad de edad que la suya, su rabo duro y empitonado dentro de él. Pero lo que más le sorprendió fue lo que vino después.
ENJOY NOW BISHOP HART AND ELDER INGLES AT MORMONBOYZ.COM
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