Malcolm era un bromista por naturaleza, aunque cuando les dijo a los chicos “qué Jack, Dillan, tocamos a un culo cada uno, ¿nos los follamos y así entramos en calor?“, las risitas que salieron de las bocas tanto de Dillan como de Jack que se echaron mano a los paquetes, como de Asher, Deacon y Lane, que ya se visualizaban a cuatro patas en mitad del campo con el culo abierto, eran nerviosas y a todos, absolutamente a todos, incluído el bromista, se les puso durísima bajo los pantalones.
Nadie dijo nada, lo cual era como confirmar que querían hacerlo. El primero que se bajó los vaqueros por los tobillos animó al resto a hacer lo mismo y en cuestión de segundos los tres que iban a ser follados, estaban de rodillas comiéndose unas buenas pirulas con sus pares de cojones colgando.
Malcolm, Dillan y Jack se pusieron en fila india dejándose comer todo, con las pollas tiesas a pesar del frío. Tras la comilona, fueron Asher, Deacon y Lane los que se pusieron a cuatro patas sobre la tarima del muelle de madera del lago mientras sus tres machos se ponían a comerles las rajas del culo como unos putos cerdos. Hasta ahí todo estuvo muy bien sincronizado en cuestión de comer culos y pollas, hasta que a más de uno le entró el hambre y todos se descontrolaron metiendo rabos a pelo como les venía en gana en el culo que no les correspondía.
Los que estaban metiendo rabo, se animaban entre ellos por los gemidos cercanos de los colegas. Veían sus pollas entrar y salir con puto ansia. Los que recibían, miraban incrédulos de un lado a otro creyendo que estaban dentro de un sueño, con tanto tio guapo y musculoso dando rienda suelta a la lujuria. La cosa es que al terminar con el semen recorriéndoles la entrepierna, Asher, Deacon y Lane podían decir que habían sido follados por tres rabos de macho viciosos y salvajes. Les gustó tanto que se vieron obligados a repetir.