Después de descargarse los huevacos en el muelle del lago, Jack, Dillan, Malcolm, Asher, Deacon y Lane regresan a la cabaña perdida en la llanura entre las montañas nevadas de Wyoming. Son jóvenes, aunque haya algún que otro algo más veterano, están buenos y tienes las pelotas cargadas de testosterona, así que, si no les costó nada entrar en calor en los páramos, mucho menos al calorcito de una confortable habitación.
Y es que la cabaña no estaba pensada para montar fiestas de universitarios, pero ellos son unos chicos apañados que saben cómo aprovechar bien los espacios reducidos. Si hay que compartir cama, se comparte. Entre chicos para qué coño se van a poner pijama ni calzones al irse a dormir. Además tienen claro lo que hacer para coger el sueño y no abandonan las costumbres, solo que esta vez, en lugar de la soledad de la habitación y un cinco contra uno, cada uno de ellos tiene otras diez manos, otros cinco culos y otras cinco bocas que pueden hacer pasar un rato mucho más placentero.
Lane se presta a ser la gran putita en cuanto que ve pasar a esos tiarrones de uno en uno a la habitación con las pijas tiesas y parece que todos están de acuerdo. Lo tumban sobre la cama, se abre de piernas y de repente diez manazas empiezan a sobarle el culo. No se puede ser más feliz. Los planes se tuercen porque se ponen más cachondos de lo normal y, mientras otros culos se abren como almejas, otros emplean pies ajenos para hacerse una paja a la polla.
Seis hombres encima de una cama, desnudos, ansiosos por follar, con los rabos calientes y empalmados. Se ponen en plan tan cerdo que ya no saben ni lo que chupan ni lo que se dejan chupar. Lane se mantiene con el culo abierto y la espera tiene su recompensa, porque poco a poco va recibiendo bocas en su ojete y rabos encima de su cara.
De nuevo tres culos follados por las pollas que les pertenecen, todos en fila, saltando sobre sus machos a pelo. Antes de que se corra el primero, Deacon ha demostrado ser mejor puta que Lane, ya no aguanta más, quiere la leche de todos. Pone el culo como la copa de un ganador para recibir el premio, haciendo la vertical con la cabeza y la parte alta de la espalda sobre el suelo y el culo en el borde de la cama. Uno a uno van pasando para inundarle el agujero con su semen. Y ahora a dormir y a tener dulces sueños, que mañana toca volver a la ciudad.