Las calles de la ciudad a primera hora de la mañana, pero no en esa hora en la que está abarrotada de coches y de gente dirigiéndose al trabajo, sino un poco más tarde, el tiempo perfecto para encontrar a chavales que salen a pasear por placer, en busca de sus amigos, de compras o para hacer deporte. Hay uno muy guapo, tiene pinta de ser mexicano, con ojos oscuros, tez morena, patillas largas, barba descuidada y bigote. Y una sonrisa blanca y perfecta que enamora.
Comienza la caza y empiezan las preguntas para preparar el terreno. Gael tiene 26 añitos. Se rie cuando le preguntan si se ha masturbado esta mañana, si suele pajearse a menudo y si se ha grabado alguna vez haciéndose una paja. Al principio le sorprende y se lo toma a coña, responde pero sigue andando a paso rápido para perder de vista a su perseguidor.
De repente reduce un poco la velocidad cuando escucha que el cámara está dispuesto a pagarle si se deja grabar pajilleándose la polla. Se lo piensa y acepta ir a un lugar donde puedan hacerlo. Hay una obra cerca. Van hacia la parte trasera y se meten detrás de las vallas protegidas con tela verde. Tiene buen cuerpo el cabrón, se deja sobar y reconoce que se le está poniendo dura.
El cámara aprovecha la situación para ofrecerle dinero al instante y conducir la mano de Gael hacia su paquete. Es buena señal que no la retire y que cuando se la suelta todavía esté ahí magreándole el percal. Se está poniendo cachondo. Le pone de rodillas a comer polla y le enseña cómo hacerlo. Es muy fácil, chupar igual que te gusta que te la chupe tu novia.
Se meten dentro de la obra, entre las cuatro paredes vacías y destartaladas de lo que parece ser una antigua habitación. Da gusto grabar a Gael desnudo tocándose el rabo. Tímido, guapo y un cuerpazo. Le siguen lloviendo preguntas sexuales, a posta para ver cómo se ruboriza. Pero sonríe, porque en el fondo es un guarrete como todos. Todavía tienen veinte minutos por delante antes de que se vaya a trabajar y el cámara todavía tiene mucho dinero en el bolsillo de los vaqueros para conseguir follarle el culo sin condón y hacer llover sus lefazos sobre su boca decorando esos morritos heteros con lefa de macho.
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