El cazador cazado, el follador follado. Recuerdo el reparo que me daba de pequeño cuando veía a dos personas besarse, ahí juntando sus babas… pues toma babas. La verdad es que decimos que no vamos a hacer muchas cosas, hay una época en la que estamos super convencidos de que jamás las haremos y nadie sabe cómo ni por qué, ya sea unas horas más tarde de haberlo decidido o varios años después, al final terminamos no sólo haciendo aquello a lo que nos negábamos rotundamente, sino el doble y mucho más.
Si has sido de los que siempre te has jurado que jamás te meterían un rabo por el ojete, seguro que has terminado cambiando de opinión y al necesitarlo has buscado no el pequeñito y manejable, qué va, el más gordo y largo, que ya que uno se pone a romper promesas, al menos que sea conscientemente y a lo grande. Si Alberto Esposito hubiera sido uno de los de promesa, pues toma rabo que te crió, una pedazo porra morena larguísima y gorda, con un capullo guía descomunal para romper culos desde el principio.
Lo de Ansony es descomunal, me recuerda a un compañero de clase cuando íbamos a natación y estábamos en los vestuarios de la piscina, menudo trípode tenía le tio y eso que nunca se la vi en erección. Pues seguramente de habérsela visto hubioera sido como esta. La cámara le enfoca primero desde atrás, desde más arriba de la cintura y aún así, como tiene la polla tiesa hacia arriba y tan gigantesca, se le ve el pedazo rabaco que da gusto. Ya en el plano lateral se puede entender que Alberto hinque las rodillas en el suelo y se ponga a chupar como un campeón, no es para menos teniendo enfrente semejante polla que parece una regla de medir.
El cipotón ya le llena la boca, es todo lo que necesita y sólo piensa en su culito, en lo bien que disfrutará cuando esté taponado sin que pueda entrar el frío del invierno. Disfruta chupando cada segundo, contagiándose de las ganas y el placer que le da notar el capullo suave y grande deslizándose por su lengua, los labios saboreando los tropezones de unas hinchadas venas, arrastrando la piel del rabo e intentando tragar todo lo que puede. Quisiera llegar hasta las pelotas, tiene mucha hambre, pero es imposible, demasiado grande.
Con la mano hace una ligera y rápida pajilla para recolocar la piel en su sitio y se la vuelve a meter dentro de la boca para replegarle el pellejo una vez más. Le da miedo poner el culo todavía, así que hace una prueba con su cara. Ansony se queda en posición de hacer flexiones, Alberto mete la cabeza debajo de él a la altura de su polla y se deja follar la boca aguantando algún que otro impulsivo intento de que se la meta hasta las pelotas, pero nada, lo único que consigue es que cuando sale de entre sus labios salga mucho más grande y dura, impresionante, un pedazo palote enorme, gigantesco, más largo que su cabeza, un macho trempando encima de su propia jeta con el pollón a punto de escupir leche que es lo que le gustaría al cabrón.
Tenga o no el culo preparado, Ansony necesita ya meter rabo. Lo hace sin ponerse condón y agujereando el blandito culo, sacándola y metiéndola por completo, desde el cipote hasta el tronco, rellenando cada centímetro de ese hambriento culazo hasta notar que lo único que le queda por meter son las pelotas. Joder con Albertito, lo que su boca no pudo, su culo se lo traga entero y el cabronazo pide más encima, abriéndose de piernas y gimiendo, con los morritos hacia afuera haciendo señales a Ansony de lo mucho que le gusta y para que se la meta más fuerte.
Se queja cuando se la mete toda hacia el fondo pero cómo le gusta, la reacción de sus pezones afilados poniéndose tiesos lo demuestra. A la parrilla como le gusta, por delante y por detrás, con el culo suspendido al borde del cojín de la cama, Ansony se la cuela al estilo perrito, dejando el rabo dentro unos segundos y meneando las caderas para rebañar todo el interior con la polla. Alberto ayuda un poco, cierra un poco las piernas para dejar la entrada más apretadita y menea el culete.
Menudo baile de dos. A Ansony le encanta que haga eso y se queda quieto dejando su polla aprisionada mientras Alberto se la menea con el culo antes de ponerse en plan macho follador y meterle tal sacudida empalándole el rabo por le ojete, que le deja tumbado con todo su cuerpo encima.
Joder, y Ansony tenía miedo de destrozarle el culo al principio. Pues no veas cómo traga el cabrón y cómo pide que le meta más. La polla chorreando tiene ya cuando se la saca del agujero después de un buen rato de mete saca y necesita un ratito de descanso tumbándose sobre la cama todo lo grande que es y con la polla relajadita sobre su torso. Pero la relajación dura bien poco porque Alberto pide guerra. Le coge el pollón, se lo chupa, se pone en posición para sentarse cogiendo el rabo por detrás con la mano dirigiéndolo hacia su entrada más calentita y ahí que se lo enchufa a pelo, sintiendo como le entra cada centímetro de ese suculento y hermoso rabaco.
Estos guarretes ni se han traído condones ni lubricante, pero ya se encarga Alberto de darle cera con su boca y su saliva cada cierto tiempo para que entre bien. El gustillo del rabo penetrándole el ojete y los dedacos grandes de Ansony masajeándole los pezones duritos son motivo suficiente para desflorarse la polla. Como un animal, Alberto se pajea a toda leche y se corre encima echándose una ristra de lefazos impresionante.
El cabrón quiere biberón del bueno antes de irse a la cama a dormir. Pone la cara y saca la lengua mientras Ansony se pajea encima de ella. Puede sentir el olorcito a polla con los cojones cargados de amor. Un quejido, después gritos de guerrero y sobre su lengua se deposita un buen pegote de lefa. Poco a poco de la raja del rabo sigue saliendo esperma, lo ve salir disparado con sus propios ojos y el cabrón no retira la cara, la deja quieta mientras le baña de leche enterito, los morros, la comisura de la boca, el bigote. Una vez más vuelve a dar un repaso con su lengua por el suave cipotón, como al principio, pero ahora ayudado por la leche que lo deja más exquisito, saboreando las últimas gotas de la corrida de ese macho pollón que se retira, con el rabo colgando entre las patas, endulzando las sábanas con aroma a polla y que se acerca a probar su propia lefa de esos labios que tanto gusto le han dado.
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