La noticia corrió como la pólvora y desde que todos los socios del gym se enteraron de que dos tios habían follado en la sauna, la cabina se convirtió en una habitación digna del mejor de los puticlub. El mismo Alex Mecum pudo dar fe, cuando al pasar por la sauna de camino a los baños, vio cómo JJ Knight y Michael Boston se encerraban dentro, se sentaban uno al lado del otro y empezaban a magrearse los paquetes con unos buenos miembros debajo puestos a tono.
En el gym, JJ era bien conocido por tener fama de pollón. Alex no había tenido la suerte de verlo desnudo, pero quien se había cruzado con él por las duchas, aseguraba que calzaba mejor que ningún tio que hubiera concido antes. Por eso Alex se quedó espiando sin que lo descubrieran, mirando cómo Michael enguantaba en su mano la forma del rabo morcillón bajo los slip, esperando el momento en que le sacase la chorra. El resto de tios le habían visto la minga flácida, pero verla en todo su esplendor era mucho mejor.
Un tio le dio un susto de muerte e interrumpió la peli. “¿Vas a entrar?“, le preguntó. Sonrojado y avergonzado, pasó dentro de la sauna, intentando esconder bajo la toalla blanca la trempera que llevaba encima y que no se le bajaba ni para atrás, mucho menos ahora, con cuatro tios fornidos dentro, musculosos, con los cuerpos sudados, sabiendo que JJ y Michael se habían puesto encima unas toallas para disimular las empalmadas.
El chaval que le había metido el susto permanecía ajeno a todo, tumbado y con una toalla encima de los ojos. Alex hizo como que cerraba los ojos y después de un rato vio que Michael le estaba haciendo un pajote a JJ por debajo de la toalla. JJ gemía de gusto y el otro le tapaba la boca para que no gritase tan alto. Creyendo que nadie les observaba, Michael se metió entre las piernas de JJ, le sacó la verga y se la empezó a mamar.
Mucho más grande de lo que podía haber imaginado, menudo trabuco se gastaba. Alex se aseguró de que el tipo que tenía la lado no se estaba enterando de nada, se quitó la toalla y mostró su generoso rabo que auqnue no fuera tan largo, era uno de los más grandes de por allí y sin duda uno de los más gordos. En cuanto se lo vio, Michael pidió permiso para chupárselo. Jamás hubiera imaginado que iba a terminar compartiendo putita en una sauna con la leyenda de JJ, pero estaba a punto de suceder.
En cuanto los tres se quedaron solos, se lo pasaron de puta madre. Lo primero que hizo Alex fue cogerle el pollón a JJ y merendárselo. Michael, envidioso, se acercó y entre los dos lo compartieron, dándole un buen repaso entre las dos bocas hambrientas. La tenía tan grande ese cabrón que había merendola para los dos y hasta para un tercero.
Alex se ofreció voluntario para ir a por unos condones para follar. Al hacer la propuesta, los otros dos se rieron. Sentaron a Alex en un lugar cómodo en el banco de la sauna, Michael empezó a comerle la polla y JJ se acercó por detrás del chaval dirigiendo su polla desnuda hacia el agujero. Se la clavó hasta el fondo y cuanto más profunda se la metía, más parte de su rabo se internaba en la boca de ese tragoncete que tenía los dos agujeros rellenos.
Le tocó el turno a Alex. Michael se subió al banco, puso ambas piernas a cada lado de sus muslos y fue haciendo una sentadilla hasta que Alex vio cómo su polla también desnuda desaparecía dentro de ese culazo. Por si no había otra, Alex se animó y regaló su culo a ese machote tan bien dotado. No se lo hubiera perdonado de haber desaprovechado la oportunidad de tener dentro de su cuerpo esa polla tan grande y gorda.
Normalmente no le entraba por el ojete ni el pelo de una gamba, pero sería por el calor y el sudor de la sauna que su agujero cedió para encajarla en todo su esplendor. Después de probar algo nuevo, entre los dos arrinconaron a Michael y se turnaron para devalijarle el culo y descargar sobre él todo el jugo de las pelotas, dejando la entrepierna del chaval pringando de semen.