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Abel Sanztin se folla sin condón a David Chacon con su larga y enorme polla y se termina de correr dentro de su culo | Fucker Mate

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Daba vueltas y vueltas sobre la cama, no podía dormir. David Chacon se quedó mirando a Abel Sanztin, el tio con el que se había estado liando toda la noche, y se preguntó si al igual que él y que una gran parte de la humanidad masculina a esas horas, estaría de nuevo empalmado. Bastó con poner la mano sobre su entrepierna para comprobar que sí.

Con la palma y los dedos dibujó la forma de su pollón, levantó las sábanas, curioso, y se llevó una grata sorpresa al comprobar que la chorra era mucho más grande y gorda de lo que imaginaba, cuando bebido y sin apenas poder recordar nada, se la había metido por el culom esa misma noche. Pero necesitaba más de ese tio, necesitaba que se la metiera de nuevo, pues si de algo se acordaba fue de tener el culo a tope relleno.

Una chupadita y una succión de huevos hicieron que Abel se despertara con el más dulce de los saludos mañaneros, mirar hacia abajo y ver que otro tio te está comiendo la polla. Magia. David se metió la tranca en la boca, bien gorda, y cuando la sacó había crecido el doble y estaba empitonada. Veiticuatro centímetros de rabo para darse el lujo de atragantarse cuanto quisiera.

Le amasó los huevos, que los tenía bien grandes, con una manita. Imaginó la cantidad de lefa que cabría en ellos y donde la soltaría al final de la cerdada que estaban a punto de cometer. De momento se llenó la boca de rabo y forzó bajando la cabeza, quedándose a nada de tragársela entera. Era un puto gozo tener delante un pollón de esas dimensiones, que le daba para mamar y pajear con la mano con libertad, sin miedo a que se acabaran los centímetros y terminar en punto muerto.

Después de un rato de mamada y paja, intentó de nuevo merendársela hasta las pelotas, pero algo había cambiado, esa puta pollaza había vuelto a crecer más de la cuenta y cuando antes se quedó a un par de centímetros de comérsela, ahora eran como cinco o siete. Abel se puso de pie. La manguera le rebotaba suave y dulcemente entre las piernas, de arriba a abajo.

La tenía dura y caía por su propio peso hacia abajo formándo un ángulo de sesenta grados. Abel agarró a David por la cabeza con las dos manos, como si fuera una pelota y lo atrajo hacia su enorme y tieso rabo, meneó le culete y le dejó entre la espada y la pared follándole la jeta. Y mientras lo hacía, David vio de reojo el movimiento acompasado de sus huevos. Agachó la cabeza, la metió entre sus piernas y le comió todas las bolas colgantes.

Se merecía esa pitón por ser tan cerdo. Lo único que le fastidiaba era no poder darle gusto a todo a la vez con la boca de la buena dote que tenía ese gamberro, así que se buscó la forma de darle placer masturbando el pollón entre sus labios y magreándole las pelotas con la mano cuando no se las podía lamer y succionar con la boca.

Lo único que interrumpió el sonido gutural constante de su mamada, con la polla penetrándole la garganta, fue el hostiazo que Abel le dio en el culo, una cachetada que anunciaba el siguiente paso natural en todo encuentro entre dos hombres. Pija llena de babas, lubricante para meterla por el culo. A Abel no se le resistía ni uno, lo cual era de lo más normal teniendo una varita mágica de las mejores del mundo entre las piernas.

Fue rozar su cipote caliente y grueso contra el ojete del culo y el agujero se abrió como si pronunciara abracadabra o alohomora, cerradura abierta y pollón dentro. Abel se incorporó sobre el chaval y se la fue metiendo lentamente, siempre pendiente de los gestos de dolor y gemidos de David para no hacerle daño. Se la dejó dentro un ratito para que se acostumbrase al tamaño de su gigantesca polla antes de darle por culo por detrás.

Buscó el ritmo de follada oportuno, ese con el que los dos entraban en sintonía, él sintiendo el gusto en la polla y el de su conquista gimiendo de puro gusto por tener algo tan grande perfonarndo su trasero. David sabía que si se portaba bien y era capaz de abrirse lo suficiente para ese chaval, tendría una grata recompensa y es que cuanto más trozo de rabo entrase, antes tenía esos pedazo huevos estampándose en su entrepierna, con el placer que daban, ahí gordos, pesados, cargados de semen, calentitos, rozándole una de las partes más erógenas de su cuerpo.

El ataque gratuíto a traición continuó con una cucharita juntitos en la cama con Abel dándole calor y amor por detrás. David estaba encantado con dejarse llevar, pero necesitaba tener el control sobre su cuerpo al menos un rato. Sentó a Abel en la cama, le agarró la polla a contramano, dejándosela tiesa en vertical y se sentó en ella empalándosela por el ojete.

Fue en esa postura cuando se dio cuenta de las dimensiones de ese trabuco infernal, cuando a Abel, sintiendo el gustazo de un culo prieto llevándole el pollón al límite mientras por delante el chaval le rozaba con su polla y sus pelotas colgando encima de su barriga, se le puso tan dura y a punto de reventar que en la verga se le hinchaba el conducto de enmedio remarcándose sobre los otros dos laterales, algo sólo reservado para los tios tan pollones como él.

David salataba y saltaba, ajeno a la visión de toda esa grandeza, pero sintiéndola toda dentro de su culo. Por mucho que se sentara, no tocaba fondo, era como estar sentándose en un pivote de carretera y tener la libertad de decidir hasta dónde te lo metías. Él tenía centímetros y centímetros interminables de rabo caliente para sentarse encima y el único límite era su culazo tragón.

Su ojete se había expandido como nunca, hasta llegar a sentirse cómodo con una verga así de grande dentro de su cuerpo. Dio la espalda a Abel y dejó que él controlara la situación, culeando desde abajo, aunque le gustaba tanto que terminó saltando otra vez sobre esa polla gigantesca, sintiendo las manos calentitas de Abel en las posaderas.

David se hizo un ovillo sobre la cama, con las rodillas al pecho y el culo bien abierto para su macho. Abel, ahora sí, no se andó con miramientos y se la enchufó a toda hostia, hasta el fondo, metiéndole unas afortunadas y profundas clavadas hasta cachearle bien con los huevos. La enorme barra no paraba de castigarle el agujero. Una vez más era lo que se merecía por ser tan cerdo y por gustarle tanto los tios con buenas pollas.

Abel estaba a punto de correrse, dio la vuelta a David y le puso a cuatro patas. Quería descargar en la raja de su culo y así lo hizo. Se pajeó un poco el rabo y cuando le vino el gustito apretó la polla contra la raja del culo y le fue soltando el caldo grumoso y blanquecino. Usó el primer chorrete para lubricarse el testigo, se la metió otra vez dentro del culo, se lo volvió a follar y terminó de correrse dentro del chaval.

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