Para un chico, conocer a los padres de su novia, su futura mujer, siempre es algo embarazoso, por miedo a caerles mal o vete a saber por qué hostias, pero los nervios siempre están ahí. Cuando Paul Canon llegó frente a la puerta del número 103, por mucho que su chica le diese ánimos, él estaba como un flan. Fue abrirse la puerta y los nervios se convirtieron en una extraña sensación de cierta incomodidad, cuando el su padre Lance Hart se lanzó a darle un abrazo como si le conociera de toda la vida y cuando le plantó la mano en todo el culo.
Se lo cogió con ganas. No como las típicas palmaditas entre colegas jugando al fútbol o como los amigos que se ven por la calle y se dicen “eh colega cómo te va“. No. Aquello fue un agarrón en toda regla, el de alguien que te quiere joder la vida o el de alguien que te quiere follar. Después de la mirada retadora de Lance, Paul subió a dejar las maletas con su novia a la habitación de arriba, intentando discernir si ese saludo había sido el de un tio cabreado porque le quitan a su hija preferida o el de un tio al que le gustan más jovencitos y se lo quiere beneficiar.
No necesitó pensar mucho, porque según iba subiendo las escaleras miró hacia abajo y vio al padre de su novia mirándole el culo descaradamente mientras se metía un agarrón en el paquete a mano llena.
Con menuda familia rara había topado. Necesitaba tomar una ducha y quitarse esas ideas de la cabeza. Durante los minutos que pasó en el baño de pie en la bañera mirando hacia la pared, no advirtió que Lance pasó de puntillas, se sacó la verga de la bragueta y se cascó un pajote admirando el precioso cuerpazo masculino y viril del que su hija disfrutaba todas las noches en la cama A Lance se le puso durísima viendo ese culazo grandote y rendondo con un beso tatuado. Imaginó que se corría en él, pero no le dio tiempo a culminar la faena, porque en cuanto Paul cerró el grifo, tuvo que salir por patas.
Fue la salir por la puerta del baño cuando Lance le pilló desprevenido y le robó un beso. Un beso que continuó con un morreo, un morreo que siguió por unas manos hábiles retirándole la toalla que llevaba a la cintura, descubriendo sus vergüenzas.
Lance se llevó a Paul a su despacho, donde su mujer nunca le molestaba. Viendo a ese escultural pibonazo y su entrepierna, tenía claro que su hija era un hacha eligiendo parejas. No era al primero al que se ventilaba. Le hizo sentarse. Paul prefirió no llevar la contraria al padre de su chica por miedo a joder las relaciones y siguió sus órdenes. El muy cabrón se arrodilló, metió la cabeza entre sus piernas y empezó a chuparle toda la verga hasta dejársela bien mojada y dura.
Era una locura, su futuro suegro dejándose todas las babas encima de su pija, pero le estaba dando tanto gustito… Lance cogió los pies de Paul, los juntó haciendo un hueco entre ellos, metió su polla dentro y le animó a hacerle un pajote con ellos. Pues sí que estaba necesitado ese tio, su mujer lo tenía que tener a dos velas para desear a un desconocido de aquella manera.
Hasta ese momento no se había dado cuenta, pero para tener una cierta edad, el padre de su novia estaba muy bien conservado. Atractivo, cachas y con un pollón grande y bien gordo en excelentes condiciones. A Paul no se le cayeron los anillos por masturbar a su suegro, incluso le hizo algunas virguerías con los pies a conciencia para que disfrutase más.
Le veía tan necesitado que, dispuesto a hacer lo que fuera para que descargara las pelotas, Paul le dio la espalda y le ofreció su culo para que se lo follase. No quedó rincón del despacho por explorar. Se la metió sin condón jodiéndole duro mientras Paul besaba el cristal de la mesa, se lo cabalgó encima del sillón del despacho y se dejó taladrar en el mismo suelo, viendo cómo la pollaza desnuda y tiesa del padre de su novia se metía hasta el fondo del interior de su culo.
Se suponía que nadie debía interrumpir en el despacho, pero su suegra lo hizo, llevándose una grata sorpresa, viendo una escena que se quedaría grabada en su retina, con su yerno de rodillas y su maridito regando la cara y el cuerpo musculoso del chaval con todo su esperma. Por su reacción, Paul estaba seguro de que la señora ya sabía de las aventuras sexuales de su pareja, así que sin ningún tipo de remordimiento, se pasó unos dedos por la cara mojada de lefa y degustó los mecos metiéndoselos en la boca.