La sauna del gym se había convertido en poco tiempo en lo más sonado del barrio y a ella acudían tios de todas partes para follar con colegas y con desconocidos. Cualquier cerdaco que cruzase sus puertas, se encontraba en el paraíso. Calcetos sucios, calzones tirados por doquier, algunos oscuros en los que se apreciaba la lefa reseca en la huevera. Era fácil sentarse en uno de los bancos y pringarse el culo y las manos con lefa de macho. Necesitaban urgentemente personal de limpieza para intentar adecentar un poco ese lugar. Sin desvirtuar su leyenda, eso sí, que donde entra pasta, se echa la vista gorda.
Un chavalito guapo, moderno y atlético como Theo Brady era lo que necesitaban, que no se asustase de ciertas cosas mientras se dedicaba a limpiar y que con su gorrita hacia atrás, sus piercing en la oreja y esa camiseta de tirantes sin mangas que dejaba al descubierto su joven musculatura, fuese el centro de las miradas lascivas de pajilleros.
A cerdaco no le ganaba nadie. Theo aprovechaba cuando se cerraba el local para sacar de las taquillas esas prendas olvidadas y sudadas de los campeones que se machacaban el cuerpo con las pesas. Era un puto lujo ver a un tiarrón cachas pasearse por los vestuarios con unos slip apretados y después esnifarlos a solas o coger la toalla con la que otro tio guaperas se había estado limpiando sus partes nobles y cascarse una pajilla dejando la leche encima.
Con el paso de los días, Theo ganó confianza y se convirtió en el chico para todo. Si había que mamar una polla, se la mamaba, si tenía que hacer de mamporrero, lo hacía, si tenía que poner el culo, lo ponía, si tenía que arrodillarse para dejar que el equipo de fútbol al completo se corriera en su cara, se arrodillaba. Si tenía que localizar objetos perdidos como las llaves del coche del daddy de oro del gym Lance Hart, las localizaba, sosteniendo en su larga y enorme polla el anillo del llavero.
Estaba casado decían y era un poco remilgado, pero lo que a Theo le ponía un reto no lo sabía nadie. Un día que le vio entrar a solas en la sauna, hizo con que se le caía la toalla y aprovechó que Lance se agachó a recogerla para quitarle la toalla de la cintura, agarrarle por las caderas y meterle toda la polla por le culo.
No huyó el cabrón, se quedó gozándola, gimiendo como una perra, aguantando la empotrada del chico de la limpieza apoyado en los bancos de la sauna. El encargado les interrumpió pero el daddy le hizo buena cobertura con la toalla. Pasó para preguntarle si estaba todo limpio y de su gusto. Con el chavalín comiéndole la raja del culo, cómo iba a decir que no.
Cuando se fue el encargado, se comieron las pollas. Antes le había pillado por sorpresa, pero ahora Lance tomaría las riendas del juego. Tumbó al chico en uno de los bancos y lo penetró sin condón. Disfrutó de su culito apretado por todos los rincones de la sauna, dándole por detrás, dejando que cabalgara sobre su polla. Estaba riquísimo el cabroncete. El encargado les pilló y se enfadó, pero sólo un poco, hasta que pensó en la cantidad de tios que acudirían al gym. Sacó el móvil, les echó una foto en plena faena y le dio a enviar. Se frotó las manos.