Fuckermate recupera esta espectacular escena de 2017 rodada en el Bears Bar en Sitges, ahora remasterizada, en la que Ansony y un misterioso chico de talla XXL meten sus enormes pollazas enormes y gordas a Fabio hasta destrozarle el culo y dejarle un buen agujero en las barracas. Ya sabéis que, en tiempos de guerra, cualquier agujero es trinchera. Y a Fabio se lo trincan como a un pavo sin compasión. Mirad, mirad cómo le fusilan el ojal a doble escopeta.
▬▬ DOUBLE SCOOP REMASTER ▬▬
Aficionado como era a los glory hole, la boquita de Fabio Toba siempre era bien recibida. La chupaba tan bien que a menudo se colaban por los agujeros más y mejores pollas, todas para él, a veces tantas que no podía dar a basto y terminaba chupando una, pajeando otras dos con las manos y si podía, hasta otra haciéndole la pinza con el dedo gordo del pie.
Su sueño siempre habían sido las barracas militares, haber podido hacer el servicio militar y comerse un manojo de rabos con toda su leche cada noche. Iba a hacer él a los chavales olvidar a sus novias que dejaron en tierra, en cuanto les abriera el culo no iban a querer probar un coño en toda su vida. Lo más parecido que encontró a unas barracas fue la acertada decoración de una de las salas del Bears Bar de Sitges, hecha a medida para los super folladores.
Nada más entrar se encontró con lo que él quería, un tio alto y grande, con voz profunda de macho y una polla de macho, larga, gigantesca, gorda para romperle el culo. Aunque en realidad al chuparla le encantaba detenerse en el cipote, sentir el cabezón acoplándose en sus labios y la raja del glande surcarle la lengua, le gustaba tener dónde agarrarse mientras hacía esas cerdadas.
Chupaba y chupaba hasta conseguir que se quedase toda tiesa y dura, entonces se daba el gusto de dejar la cara debajo dle pollón y sentir el peso y el calorcito de rabo encima de su nariz y de su frente mientras se dedicaba a succionar las pelotas. Para él aquel paso era como un ritual que siempre llevaba a cabo con las pollas lustrosas y bien grandes.
El extranjero pollón no paraba de decirle en inglés lo buen chico que era a la vez que le agarraba la cabeza por detrás con las manos y le obligaba a comer más allá del cipote donde ya se estaba entreteniendo demasiado. Fabio le hacía entender que sí, que era buen chico, pero que en aquellas barracas mandaba él y que conseguiría deslizar su rabo a fondo por uno de sus huecos cuando él quisiera.
Con la boca abierta y todavía conservando el sabor a polla, Fabio se puso en pie y separó las piernas. El cabrón del tio pollón se reía mientras le daba azotes en el culo con el rabo gordo. Allí ni condones ni hostias, se la coló por el agujero a pelo y la empezó a meter dentro centímetro a centímetro dejándole la mente en blanco y un gusto tremendo. Y sí, tuvo que abrir las piernas un poco más para dejarle pasar, bueno, un poco más, bastante. Madre mía, si es que el ancho de la polla era casi como el de un puto brazo, en lugar de una follada parecía un fisting en toda regla.
Todavía estaba viendo las estrellas, aún sin ser de noche y estando bajo techo, cuando su sueño se estaba viendo cumplido, porque poco a poco sus gemidos estaban empezando a llamar la atención de otros machos del regimiento y otros como Ansony ya acudían para darle todavía más rabo.
Ahí estaba, como él quería, boca arriba, abierto de piernas, dejando que los machos se turnasen para meterle el rabo com a una buena puta. Eso era lo que quería ser para ellos, una puta en la que desfogasen sus pollas y cojones, la puta del regimiento mayor, del de los más pollones y lecheros.
Ansony se encontró con el ojete ya dado de sí. En comparación la tenía algo menos grande, lo que le dio vida para penetrarle más fuerte y rápido, pero aquello seguía siendo grande. Era lo que tenía aquello, que entre algo gigantesco y algo un poco menor, al final se perdía el sentido del verdadero tamaño.
Joder, menuda puta locura cuando se juntaron los dos justo enfrente de él y el de la polla gigante le volvió a encajar el cipite en el agujero. La tenía tan grande que hasta Ansony le tuvo que echar una mano cogiéndole el rabo conduciéndolo al interior de Fabio. Hasta Ansony se estaba poniendo cachondo con ese tiarrón y su pedazo de polla. No paraba de pajearse como un mono esperando su turno y para pasar el tiempo le chupó toda la tetilla.
Cada vez se turnaban más rápido su culo y los dos le daban tanto miedo como gusto por igual. Uno le partía y le abría el culo con la tranca y el otro disfrutaba del ojete recién abierto. Una jodida colaboración entre machos. El tio grandote con su voz profunda emitió su primera palabra en castellano. “Más“, decía el cabrón, mientras se la colaba hasta el fondo y le plantaba en la raja del culo todos los pelos de la base de la polla.
Fabio se prometió volver por la noche, cuando hubiera más afluencia de chavales, pero aquella tarde le estaba sirviendo como entrenamiento y para conocer que clase de machos frecuentaban el lugar. Entonces no serían sólo dos, sino todo un regimiento de rabos grandes rodeándole y pajeándose encima de su cara. Manos dando fuertes latigazos a unas pollas con los cojones cargados, rajas de cipotes a punto de reventar acariciando sus mejillas, gemidos de voces profundas, borbotones de leche pajera y espesa colándose por su boca, regándole el cuerpo entero, lefa cayendo por su barbilla, rabos corridos mirase donde mirase, con hileras de lefa colgando, su cuerpo blanco y suave lleno de crema hidratante.