Puta rabia que entra cuando estás viendo un partido de fútbol y el equipo contrario se adelanta en el marcador o cuando el árbitro pita una tarjeta amarilla, un fuera de juego o mucho peor, un penalti sin serlo, a veces deberían recurrir a la vista de águila igual que hacen en los partidos de tenis para reclamar una jugada y repetir el punto. Al menos eso es lo que piensan Mario Domenech y Koldo Goran, que tan amigos se ponen a ver contentos el nuevo partido de liga, sabiendo que van a acabar cabreados el uno con el otro y medio a hostias, cada uno caracterizado con las camisetas y los colores de sus respectivos equipos, mientras sus pibitas se han ido de compras a la ciudad.
El cabreo comienza ya con el primer gol a favor del equipo de Koldo y Mario, que tiene muy mal perder, mientras los jugadores en el campo se lanzan miradas asesinas y provocan al árbitro obligándole a tomar medidas sancionadoras, coge el tio, se quita las zapas y le pone los calcetos a Koldo en la boca para que se los coma. Ya que su equipo va perdiendo, tiene que sacar esa puta rabia de alguna forma igual que sus jugadores en el campo.
El empate no tarda en llegar y Koldo se toma su particular venganza, poniendo a Mario a cuatro patas sobre el sofá, abriéndole el pandero y pegándole un buen morreo, introduciendo los morros en la preciosa raja de su espectacular culo. A partir de ese momento el espectáculo del fútbol salta de la pantalla al salón y con el sonido del pito del árbitro, los cánticos de los aficionados y los chutes del balón, Mario le lame el pedazo pito a Koldo y este juega a meter las pelotas por la banda y dentro de la portería del ojete de Mario a pelo y con vaselina, hasta acabar los dos celebrando victoria y derrota como una gran victoria de lefazos rebosando por sus grandes pollas.
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