Antes de que le molasen los rabos, la fantasía de Malec era tener un harén de chicas, pero después de conocer a fondo la gratitud del mismo sexo, lo que más le ponía era tener a su disposición montones de culitos meneándose frente a él, contoneándose lujuriosos, blancos, redonditos, compitiendo por ser los primeros en gozar de los honores de su polla.
Antes de declarar sus preferencias sexuales no le faltaba nada y después de hacerlo tampoco. Seguía siendo el mismo quarterback agraciado, lo más guapo, atractivo y buenorro que había parido el instituto en mucho tiempo. Pocos como Mitch y Zander podían resistirse a sus encantos de varón, al perfume que destilaba en esas camisas, siempre tan bien vestido, haciendo que a todos se les pusiera la polla recta.
Los dos se arrodillaron delante de él en la cama, dándole la espalda. Se bajaron los slip negros y le mostraron sus enormes, redonditos y musculosos culazos. Les esnifó y les preparó las rajas. La peludita de Mitch y la suave de Zander. Ellos le devolvieron el favor acicalándole la picha, primero por turnos y después a dos bocas, chupando uno la barra y los huevos mientras el otro le dejaba las babas en la punta.
Parecían dos pollitos esperando la comida en el nido, un par de cerdos que no dejaban de pasarse el rabo el uno al otro, mirando de cerca cómo mamaba el otro, dejando caer sus cabezas en el borde de la cama para que Malec les zumbara la jeta antes que los culos.
Fue cuando se la metió a Mitch por detrás sin condón cuando empezaron a descontrolarse. Zander se sentó sobre la espalda de Mitch. Al más jovencito del grupo le encantaba mirar a los ojos a otro tio mientras estaba follando, pajearse o dejar su polla suelta dejando que rozase libremente los abdominales de ese macho empotrador.
Zander continuó encima del cuerpo de Mitch, esta vez hacia abajo, dejando a Malec una pila de dos hermosos culos para follarse. De rodillas se siguió ventilando el de Mitch y si se ponía de pie tenía a mano el agujero de Zander. Mith se lo estaba pasando de puta madre, con la chorra y los huevos de Zander resbalando por su espalda. Al sentir que Malec se la volvía a clavar, no pudo contener la leche en los huevos y se corrió en las sábanas.
Malec volvió a ponerse de pie y se la metió a Zander a pelo hasta que el cabrón se corrió de gusto. Se dejó la leche encima del culazo de Mitch. Malec colocó esos dos culazos potentes otra vez juntitos y se pajeó delante de ellos. Se hizo una paja traversa y la lefa empezó a salir disparada a presión por su larga polla, mojando esos dos lujuriosos panderos, su leche impactando primero en las nalgas de Zander y resbalando hacia el culazo de Mitch. Todavía la tenía lo suficientemente dura como para meterla en los dos agujeros, bien mojadita. Los tres machotes se quedaron besándose y retozando desnudos y corridos sobre la cama.