A Andy Star le encantaba ser la puta particular de ese macho, colarse en su habitación, ver cómo se la meneaba viendo porno en el móvil, hasta que se daba cuenta de su presencia y le lenzaba esa media sonrisa cautivadora y le hacía una señal con la mano indicándole que se acercara. Entonces Andy se preguntaba de dónde había salido ese tiarrón que le sacaba una cabeza de altura, qué habían dado de comer a Sir Peter para tener esa cara tan atractiva, ese cuerpazo y esa polla robusta y exageradamente gorda que ahora rozaba su cuerpo.
Se agachó y aplastó la jeta contra el rabo tieso, sintiendo el calor de su mástil por toda la cara mientras le esnifaba las pelotas. Empezó por ellas, grandes, rugositas, bien pegadas a la base, intentando despegarlas con la boca, sosteniendo al tiempo la pesada pollaza sobre su nariz y su frente, notando ese roce que le ponía cachondo.
Se apartó un poco para mirarla bien. Simplemente gigante y guapísima. Se la relamió, cerró los ojos y se la metió en la boca como si acabara de dar un bocado a su postre favorito. Le encantaban las pollas que le hacían abrir la boca a tope, que se la dejaban bien rellena. Ni de coña iba a entrarle por la garganta de lo gruesa que era, pero sí se la metió dentro hasta que el cipote se acopló al fondo.
En el momento en que se la sacó de la boca, Sir Peter meneó las caderas y le fostió suavemente esa cara guapísima con el rabo. Andy sonrió agradeciendo ese atrevimiento y volvió a las andadas comiéndole todos los bajos, dejando sus babas encima de ese jodido y monumental manubrio que más que obra de la naturaleza parecía cincelado por uno de esos dibujantes de comics que exageraban las dimensiones de los atributos masculinos en sus viñetas.
Andy se levantó, se sacó su rabo por el lateral de los calzones y lo puso encima del de Sir Peter cruzando sus espadas. Le colocó una mano debajo y entre su mano y su pija le empezó a masturbar la polla. Pensó que podría haberse quedado horas así, todavía sin acostumbrarse al tamaño de ese trabuco cilíndrico y admirable, al calorcito que desprendía y que calentaba su mano pajeadora, a los besos que le dedicaba ese tiarrón agradeciendo la paja y la dedicación hacia su miembro viril.
Sólo le apetecía tocar esa verga, pasear su mano hacia arriba y hacia abajo por ese mástil, llenarse la boca, dejar que el cerdaco que llevaba dentro saliera a dar un paseo ahora que había motivos para hacerlo. Sir Peter estaba sentado, con ese chulazo a cuatro patas dedicado 24×7 a su gigantesca polla, con los ojos en blanco del gustito que le daba, ladeando la cabeza de vez en cuando y admirando el perfecto trasero que en breve se iba a follar.
Al abrirle de piernas y comerle el agujero del culito, Sir Peter sabía que ese ojete había visto pasar miles de rabos de todos los tamaños, más de tamaño grande que medio, y colores, pero estaba seguro de que el suyo no se convertiría en uno más y de que dejaría huella. Le acopló el cipote en el ojal y los dos ayudaron a que entrara. La tenía tan gorda y ese culo estaba tan mullidito que la apariencia que le daba era la de estar penetrando un agujero imposible que se dilataba a su paso.
Había preguntas a las que simplemente no se podía responder. Cómo había entrado y ahora se la estaba metiendo y sacando por detrás era un misterio. Ahora Sir Peter estaba dedicado a admirar cómo le rellenaba el agujero sin dejar hueco, cómo ese ano arropaba su pene com si fuera un fleshjack, haciéndole sentir cosas increíbles.
Vaya culazo tenía ese cabrón brasileño, haciendo honor a su tierra, espaldas musculosas, unos brazos fuertes y encima no paraba de culear hacia atrás queriendo tragar polla a pesar de lo grande que era. Sir Peter empezó a sentir cómo sus cojones empezaban a llenarse de leche mirando ese cuerpazo y ese culo atrapa pollas. Más se le llenarían cuando Andy estuviera cabalgando sobre su rabo, saltando frente a él y pudiera ver su cara guapa, su cuerpo musculadito y perfecto y su minga rebotando sobre su torso peludo.
Se puso cariñoso Andy inclinándose hacia adelante, poniendo las manitas por detrás de la cabeza de Sir Peter, buscando sus besos. Sir Peter estaba perdiendo el control con un tio tan guapo saltando sobre su verga. Su mirada empezó a perderse, se le sonrojó la cara y sintió que una borrachera de lujuria incontrolada se hacía con el poder de su cuerpo.
Que Andy le diera la espalda mitigó un poco la situación, pero no del todo, porque su polla seguía sumergía y bien calzada dentro de ese culazo. Puso a Andy mirando hacia la pared, los dos de rodillas sobre la cama, uno detrás del otro. Le atrapó ambas manos, se las puso a la espalda y se lo folló al trote sin condón. Cuando ya le tenía besando las sábanas, se puso e pie, cobijó su precioso culazo blanco entre sus muslos y le empaló desde arriba.
Cómo levantaba las piernecitas cuando la tranca se le metía bien a fondo. Sir Peter se quedó ahí un ratito, con toda su polla dentro de ese agujero tragón, como si Andy acabara de cagar un par de cojones. Un par de bolas que ya estaban al límite.
Andy volvió a ponerse de rodillas, Sir Peter se labró una paja sobre su bonita cara masturbándose con su mano diestra y le dejó todos los chorrazos de semen encima. El primero salió volando hacia su hombro y le dejó un buen pegote en la nariz, con los siguientes le ensució la barba y le pintó el bigote. Andy se aseguró de tener en la boquita suficiente lefa de ese macho para cascarse su propia paja. Tuvo elementos más que de sobra a la vista para dejar escapar el placer de su rabo en cuestión de segundos. Todavía corriéndose, siguió mamando de ese rabo, sabiendo que seguiría desnudándolo entre sus labios aún cuando estuviera flácido.