En cuanto coincidieron en el baño por la mañana frente al espejo, semidesnudos de cintura para arriba, Marc Ruffalo, que se había dejado la verguenza a un lado hacía tiempo, empezó a preguntar a su compi de piso Benoit Ulliel qué edad tenía. A los veinte tacos solía parecerse un poco a él, algo timidito y la verdad es que el chaval era guapetón y le molaba, así que le preuntó si le apetecía saber lo que era un bromance.
Le sonó a romance, como cabía esperar, pero comprendió esa palabra en su más amplio significado cuando Marc empezó a acariciar su cuerpo, cuando le dio besitos con esa carita guapa con barbita e irresistible, primero en la boca y después bajando por su torso, cuando Marc se quedó desnudo y con el pito tieso y le hizo gatear entre sus piernas para chuparle toda la polla.
Un vínculo afectivo que superaba el término de amistad entre colegas, comunmente llamados brothers para referirse a uno con el que tienes una química tan fuerte que te unen lazos como si realmente fueran familiares o incluso más que eso. Tener un bromance siginificaba poder tener encuentros furtivos y aleatorios como ese, dejándose llevar por el deseo y el apetito.
Y el pollón de Marc estaba realmente apetitoso. Largo, durísimo como una roca, venoso. Le encantó comerle los huevos mirando de cerca cómo el rabo ensalivado en sus babas reposaba erecto sobre su estómago. Como buen hermano, Marc le devolvió la mamada tragándose la pija hasta las pelotas, raspándole los cojones con su bigote y su barba, observando ahí abajo cómo su verga danzaba hacia arriba y hacia abajo con el movimiento de cada cabezazo que le metía al mamar.
Le regaló su culito suave y tierno para que le metiese la polla sin condón. Entraba muy justa y apretada. Los dos se deshacían en miraditas y gemidos. Benoit se corrió encima. En ese momento Marc le estaba haciendo la cucharita. Miró hacia atrás y le pasó la mano por detrás del cuello. Estaba de vicio con su atractiva cara y su vello facial, toda sudadita.
Por la forma en que gemía cada vez más rápido, echando la cabeza hacia atrás, dejando los ojos en blanco, se notaba que estaba haciendo un esfuerzo por controlar las ganas de correrse. Al final se puso de rodillas frente a Benoit, pajeándose duro con la polla apuntando hacia el agujero de su culo y se lo llenó de leche, el agujero y lo que no era el agujero. Parecía que eso de la idea de tener un bromance con su bro iba a estar bien a partir de ahora.