Desde secundaria anda que no se habían pajeado juntos Dane y Jesse. Que si en los vestuarios para celebrar una victoria, que si en casa de unos colegas después de salir de fiesta, todos juntos viendo una porno en la tele grande. Jesse se había acostumbrado ya a ver excitado a Dane, pero nunca como ese día que fue a su casa. Acababa de levantarse y por debajo de los pantalones de algodón se vislumbraba una buena empalmada.
Se sentaron a hablar un rato. Dane no dejaba de mirarle a los ojos y agarrarse la polla por encima de los pantalones. Le había despertado temprano y el sueño húmedo que estaba teniendo no había culminado, dejándole la polla oxigenada. Iba a tener que ayudarle con el tema. Dane se bajó los pantalones y dejó salir su durísima y gorda pija, toda tiesa.
Después de recibir una buena mamada, Dane se retiró a una esquina del sofá completamente desnudo, esperando su regalo. Jesse era virgen. Todos los amigos veneraban su precioso culazo, pero nunca se lo había regalado a nadie. Qué mejor que dárselo a un amigo para sus necesidades. Jesse fue gateando de rodillas sobre el sofá, Dane se apropió de su pandero y comenzó a hurgar su puerta trasera inexplorada con un dedo.
Ese par de globos blancos enormes eran una auténtica locura. Dane le enchufó la verga a pelo. Era la primera polla que le metían por el culo y francamente, el gusto que le daba le derretía enterito. Jesse se descubrió a sí mismo en una nueva faceta. Con lo machote que él era, se sentía extraño dando grititos como una putilla bien jodida, como una nena follada por un santo varón con un buen rabo.
Dane disfrutó de ese regalazo con mucho gusto, Hacía mucho tiempo que no desfloraba a nadie y ya había olvidado la sensación de ser el primero en explorar un agujero. Se sentía como el primer hombre que pisó la luna. Un pequeño agujero para el hombre, un gran pollón para destrozar.
Y esa polla tiesa de Jesse que parecía a punto de explotar en cualquier momento, frotándose contra su estómago. Era lo mejor de follar con un tio sentado sobre tus piernas, sin duda. Dane estaba hecho todo un picha brava, pero casi se corre cuando Jesse le rozó con el rabo por los pectorales. El masaje de polla no estaba contemplado dentro de su ansiado desvirgamiento.
Jesse se colocó con la espalda en el suelo y el culo en el asiento del sofá, lo que permitió a Dane penetrarle a fondo desde arriba a la vez que cogía la chorra de Jesse y se la pajeaba. Acabaron los dos dándose el lote por el suelo. Era la primera vez que Jesse se corría con un rabo dentro de su cuerpo.
Esa necesidad innata de cerrar el esfínter para soltar la leche y no poder cerrarlo del todo porque tenía un buen rabo gordo en su interior, le hizo descubrir nuevos placeres y dejarse un charco de lefa en el ombligo. Dane le sacó el rabo del culo y se empezó a frotar la polla dándose gusto al glande. Se deslechó sobre la mano de Jesse, que todavía se estaba pelando la pija.
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