Después de salir a escena sacando gritos involuntarios a chicos y chicas en el local de striptease, a Freddy Salvador y Favio Vador todavía les quedaba energía para cumplir faena como novios. Mientras se besaban y acariciaban sus perfectos torsos y brazos musculados, en sus cabezas todavía resonaban las guarradas que les soltaba el público al verles salir, el roce de alguna mano inquieta que salía del foso para tocarles el voluminoso paquete bajo los calzones de cuero. Estaban buenísimos y eso era un hecho.
No lo hacían en el escenario. La mayoría de veces sólo eran teloneros para la parejita que viniera después, aunque cada vez eran mayores las peticiones de los asistentes para que dieran rienda suelta a su pasión delante de todos. Ellos preferían reservarlo para la intimidad, si bien con apenas un mes de noviazgo, Favio decidió dar una sorpresa mayúscula a su chico.
No es que entre ellos necesitaran pasión, menos a esas alturas de la relación, pero los dos eran un poco salidos y les aburría la monotonía en el sexo, sobre todo estando acostumbrados a comerse una pija distinta cada día del año. Como si fuera la Gemio, Viktor Rom exclamó “sorpresa, sorpresa” y a Freddy se le encendió la mirada. Observó de cerca su cara, su impresionante caja torácica y lo bien que rellenaba los vaqueros, bajo los cuales se intuía una tremenda empalmada.
Ya venía de serie de casa, siempre preparado para ser el objeto de deseo de dos chicos guapos y fornidos como esos. Freddy se arrodilló y disfrutó de su regalo de cumplemés, sacando la polla gorda y gigante de Viktor por el lateral de sus calzones y metiéndose en la boca ese alucinante cipote grueso, lubricadito, con una raja escupeleches que le hacía derretirse.
Aunque el regalo fuera para él, su novio también bajó a catarla, que no todos los días uno tiene la oportunidad de comérsela a una estrella del porno. Llegó en el mejor momento, cuando Freddy ya se la había dejado tiesa y dura. A dos bocas que le chuparon el rabaco venoso y potente, un arma alucinante que estaban deseando probar dentro de sus exigentes culos de macho.
Le regalaron sus dos culazos dándole la espalda de rodillas sobre el sofá. Freddy no recordaba haber escuchado nunca a su novio gemir tan fuerte. Se imaginaba que esa polla tan jodidamente gorda y grande debería estar haciéndole daño, pero por su cara también podía intuir que le daba mucho placer. Al recibirla él por detrás, su impulso fue levantarse para aliviar el dolor, pero su novio Favio le obligó a agacharse y recibir la tranca hasta los huevos.
Ese par de perros insaciables se montaron uno encima del otro apilando los culos para Viktor, a sabiendas de que un par de nalgas grandes y musculosas eran la debilidad del actor, cuanto más cuatro, todas para él con dos buenas rajas para dar placer a su gigantesca polla. Viktor doblaba las rodillas y la metía por un ojal, se levantaba y tenía otro culazo a tiro. Era la hostia.
Fue Freddy el que más tiempo pasó con la polla dentro del culo. Un poco más relajados después de ser follados, Freddy se sentó sobre los muslazos de Viktor y deslizó su enorme tranca por el interior de su agujero saltando mientras la pajeaba de arriba a abajo, sacándola y metiéndola una y otra vez, lentamente, por su ano.
Esos dos cabrones querían su leche. Viktor se sentó en el sofá y nada más comenzar a pajearse ellos apoyaron las cabezas en su cuerpo, bien pegaditos, frente con frente, nariz con nariz, gimiendo, soltándole el aliento en la polla, deseando que se sacara toda la paja. Se llevaron una buena ración en los morros y después se quedaron un buen rato relamiéndole la verga. Menudo regalazo.