Al llegar a casa, Trent King y su novia se encontraron a Malik Delgaty cascándosela en el sofá, desnudo y con los calzones por las rodillas. Pasaron unos segundos hasta que reparó en que tenía compañía por lo que, antes de coger el cojín que tenía más a mano para taparse las vergüenzas, les regaló un buen espectáculo luciendo su cuerpazo grande y musculoso y su enorme y gordo pollón apretadísimo contra su mano y que dirigía en ese momento hacia su torso con la intención de correrse.
Su novia se cabreó muchísimo, pero Trent no dijo ni una palabra, todavía intentando conservar en la cabeza la imagen de su compi de piso en ese momento tan íntimo. Cuando la novia se lo llevó escaleras arriba, casi tropezó con los escalones, mirando hacia atrás, viendo cómo Malik retiraba el cojín y hacía rebotar una y otra vez su rabo contra el estómago, cómo se la agarraba y se la palmeaba contra la mano, dispuesto a retomar la paja.
Que Trent quería mucho a su chica estaba fuera de toda duda, pero sus necesidades como hombre iban mucho más allá y necesitaba satisfacerlas. Mirar a otro chico mientras se pajeaba era una de esas necesidades. Esperó a que se durmiera para ir de puntillas hacia las escaleras. Con suerte Malik todavía estaría pelándosela duro. Al girar la cabeza, una mano le tapó la boca. Trent miró hacia adelante y se encontró con Malik. El tio acababa de colocarle la mano buena en la boca, con la que se la había estado pajeando. Olía a rabo.
Miró hacia abajo y vio que llevaba los calzones puestos con una pedazo tienda de campaña que el chaval no dudó en señalar, invitándole a bajar a comérsela. En cuanto se bajó los gayumbos y la vio de cerca, tan grande y gorda como la recordaba, se agachó y muy gustosamente empezó a mamársela. Trent era todo un experto chupando pijas, pero que su novia no se enterase.
El cabrón de Malik no paraba de reirse. Amantes del morbo y el riesgo, se pusieron al lado de la cama donde ella dormía. Malik se tumbó todo lo grande que era y Trent a cuatro patas acudió entre sus piernas para seguir mamándole la polla. Ella pareció desvelarse de su sueño, así que se metieron detrás de las cortinas para seguir jugando.
Cuatro piernas varoniles por debajo de ellas, unos calzones que caían por los pies. Trent dio la espalda a Malik y se convirtió en su recipiente donde meter el rabo. Malik todavía estaba en esa edad en la que era consciente de que la tenía grande pero en la que no medía sus fuerzas. Trent tuvo que contener los gemidos de gusto, porque menuda empotrada le estaba metiendo. Ese pollón robusto y duro le estaba dejando el ojete abierto de par en par.
Él también la tenía bien dura y rebotando entre las piernas. Sin querer no pudo contener el gusto, la novia se despertó y les pilló. Se largó de casa, pero a Trent no le importó. Tenía más que ganar que perder. Sin ella delante, pudieron retozar por la habitación con libertad. Trent se apoyó contra la barandilla del piso de arriba y elevó una pierna para dejar pasar a Malik. El tio estaba buenísimo, con esos musculazos y esa pija ahí tiesa dispuesta a arramplar con todo lo que pillara por delante.
La cama todavía estaba calentita. Trent sonrió vicioso al ver a Malik en el lugar donde antes estaba ella. Sin duda mucho mejor el cuerpazo de un hombre desnudo así de chulazo. Alegremente se subió a la cama, plantó las rodillas al lado de sus caderas y bajó el culazo clavándose su polla a pelo. Se alegró de ver que a su compi también le molaban los rabos además de los culos. No se puso cachondo ni na al ver rebotar sobre su torso un pollón grandote y larguísimo. Eso siempre alegraba la vista y los sentidos a cualquier machote.
Trent se tumbó donde él estaba y se abrió de piernas. Concentró la vista en el cuerpazo y la cara de Malik follándoselo a plena potencia, en sus abdominales marcados y su ombligo. Estaba delicioso mirase donde mirase. Trent se sacó la leche todavía notando la pija dura y gorda rebañándole el ano. Ni siquiera tuvo que invitar a Malik a correrse donde a los chavales de su edad les gustaba hacerlo, porque ya lo estaba haciendo.
Se la estaba pelando encima de su cara. Trent podía sentir en las napias el olor de su chorra. Y sinceramente, le encantaba. Vio un brote blanco rezumando por la punta de su nabo, luego otro que apartaba al anterior haciéndolo caer y colgar de la polla como si fuera miel. La punta de la nariz, la mejilla izquierda, el labio superior, el inferior de su boca, la barbilla, un buen cuajarón blanco dentro de la boca. No sería un tirador, pero en cuestión de segundos le había dejado la cara bañana en semen. Se la chupó por última vez y le miró de arriba a abajo, reconociendo una vez más que ese cabrón estaba bien bueno.