Los dos machos tenían ganas de enchufarla a una buena putita. Gaucho y Tim Kruger se conocían desde hacía bastante tiempo como para tener la suficiente comunicación no verbal y poder salir de caza con sigilo. Los dos en la barra del bar, copa en mano, mirando a todos los chicos que pasaban por la puerta en dirección al baño, esperando. Entonces le vieron. Roman Capellini. Alto, delgado, con pinta de viciosete.
Se miraron, sonrieron y esperaron a que saliera del baño para hacerle la cama. Consiguieron apartarle del grupito de amigos con el que iba. Lograron entretenerle hasta altas horas de la madrugada, cortejándole, bailando dejándole en medio, frotando la cebolleta por delante y por detrás. Sus amigos ya se habían ido y ahora no tenía cómo regresar a casa. Tim y Gaucho se ofrecieron a llevarle a la suya y prometieron cuidarle bien.
Vaya que si le cuidaron. De lujo. Se quedaron desnuditos enseñándole las dos enormes pijas que llevaban colgando. No las vio mucho tiempo, porque enseguida se turnaron para follárselo a pelo, para meterle esas dos gigantescas trancas por el estrecho agujero del culito. Uno le daba y el otro le ponía a comer polla. Las tenían tan gordas que se ajustaban completamente al contorno de su ojete.
No se confundieron al escogerle por vicioso. Pronto su ojete dilató a top y una polla hasta se le quedó tan corta que pidió dos. Uno encima y otro debajo, Tim y Gaucho volvieron a hacerle un sandwich, como en el bar, solo que esta vez con las pirulas tiesas y desnudos, metiéndose dentro de él, explorando su ano con los dos rabos, masajeando polla contra polla, las dos bien apretadas dentro de un mismo agujerito.
Tim fue el primero en correrse. Sacó su vergón del culo y roció de esperma la parte donde la espalda de Roman perdía su nombre y el rabo de Gaucho que todavía seguía penetrando intensamente. Lubricante de colega para seguir follando, Gaucho tampoco aguantó mucho más. Al cogerse la polla y sacarla del culo para pelársela, notó que la tenía resbaladiza y mojada con el esperma de Tim. Semejante guarrada le hizo correrse de gusto, soltando un buen chorrazo blanco de lefa que resbaló por la raja del culo de Roman, con una parte penetrando por su ojal y el resto resbalando por sus pelotas.