“Érase una vez… un chico muy malote llamado Ryland Kingsman que se enamoró de Chris Damned, el atractivo y guapísimo novio de su mamá, que a pesar de tener apenas unos años más que él, por su barbita y por su correcta forma de vestir con camisa y pantalón de pinzas, aparentaba ser ya todo un hombre de familia, los que sus colegas de instituto llamaban daddy“.
“Al conocerse, Ryland empezó a tener problemas para conciliar el sueño. En parte no era problema suyo, pues justo en la habitación de al lado, cada noche tenía que escuchar cómo el joven y apuesto novio de su madre la hacía gemir y la empotraba a base de bien. Pero la otra parte sí se convirtió en su problema, cuando, al no poder ver con sus ojos lo que ocurría al otro lado de la pared, imaginaba el culazo de ese sargento empujando, beneficiándose a su vieja“.
¿Así de dura se te pone cuando nos escuchas follar? Fue la pregunta de Chris. Y es que se había dado cuenta de qué pie cojeaba su futuro hijastro tras contarle un cuento de buenas noches que no dejaba de ser una fragrante verdad. “Esto no cambiará nada, debes saber que me gustan mucho los coños“, le dijo mientras le amasaba el paquete, le bajaba los calzones, se la ponía recta y se la empezaba a chupar.
Con su flipante mirada de ojos azul claro, Ryland seguía cada movimiento de la guapísima cara de su futuro padrastro, pendiente de cómo le merendaba la polla, todavía en edad de crecer. La barbita no solo le quedaba fenomenal, sino que la usó varias veces para meterle una raspada en el glande, frotándolo contra ella. Cuando Chris se puso de pie, se desabrochó la camisa blanca y se sacó el cinturón, Rylan supo que le tocaba su turno.
Se hacía un poco raro eso de meterse en la boca la polla que ahora satisfacía el interior de la vagina de la que había nacido, pero no le hizo ascos al ver lo guapa que era, gordita, durísima y larga. Hasta la disfrutó metiéndose cada centímetro en la boca, hasta tenerla toda dentro y atragantarse con una arcada contenida. Miró hacia arriba. Cómo les había conquistado a él y a su madre el puto cabrón con esa cara tan guapa de empotrador.
Había llegado el momento de sentir eso que sentía su madre todas las noches, cuando ese chulazo se ponía encima y colaba la polla por el agujero. Al notar la polla dura y gorda penetrándole el ano lo comprendió todo. Le encantaba ser zafarrancho de combate para un tio tan guapo. Chris tenía tantas ganas por joderle el culo que se bajó deprisa los pantaloncitos por los tobillos, todavía con los zapatos puestos y se la metió sin condón.
Los jadeos y gemidos comenzaron a aflorar por la boca del chavalín, que sintió su ano más abierto que nunca, con ese pollón super ajustado penetrándole a fondo y una bolsa caliente de cojones fustigándole los alrededores del ojete. Tener a encima a ese tiarrón buenorro metiéndose dentro de su cuerpo fue la experiencia más lujuriosa de su corta vida sexual hasta el momento.
Luego Chris se tumbó en la cama e instó a Ryland a que cabalgara sobre sus piernas. Ryland se clavó el pollón y comenzó a pajearlo entre sus nalgas, apoyando las manos en sus muslos. Chris le echó mano al rabo y se lo peló mientras no le quitaba ojo mirándole de arriba a abajo. Ryland se sentía deseado, ya estaba desnudo pero la mirada de Chris le desnudaba todavía si cabe un poco más. Cuando Chris dejó de agarrarle la polla, Ryland la dejó suelta. Nada le gustaba más que ver su rabo rebotando sobre un buen torso.
Ryland se percató de que su culo volvía loco a ese machote, por eso lo puso en pompa, a cuatro patas para que le diera por detrás, por eso le volvió a montar dándole la espalda, dejándolo entre la espada y la pared, sin apenas margen de maniobra, casi empotrado contra la esquina de la habitación. Con el pollón de su futuro padrastro todavía dentro del culo, Rylan se echó hacia atrás, se hizo una gayola y se sacó toda la leche.
Chris le cogió por las caderas, lo tumbó sobre su torso y empezó a culearle desde abajo metiéndole unas buenas sacudidas. No frenó, tampoco salió del interior de su agujero. Cuando paró en seco, lo hizo con el rabo hundido en el culazo del chaval, dando espasmos, preñándole por dentro.
“Buenas noches, te veo mañana por la mañana“, le dijo simplemente, dándole un beso de buenas noches en la frente como si todavía fuera un bebecito y levantándose con toda la pija colgando, semi erecta y chorreando leche. Rylan le siguió con la mirada hasta que salió de la habitación, pensando en que si cada noche hacía eso con su madre, pronto tendría que ir preparándose para tener un hermanito.
Nota: Las imágenes, el vídeo y el texto reflejan una obra de ficción. Los actores no tienen ninguna relación de parentesco real.