En el campus, dentro de la fraternidad, abrir una puerta sin llamar antes suponía encontrarte de frente con una realidad, que los tios estamos pensando en el sexo el noventa y nueve por ciento de las veces. Lo común era encontrarte a uno haciéndose una paja, menos habitual era ver una follada, a no ser que fuera entre chicos, porque ellas no lo tenían fácil para pasar a un campus donde el cien por cien eran rabos.
Y aunque pillar a uno viendo porno y dejarle a solas era lo lógico, cuando Jayden Marcos pilló a su colega de habitación Carter Woods con la tablet a punto de sacársela por la bragueta, pensó que sería divertido compartir ese momento entre los dos. Todo transcurrió con normalidad, al menos para Jayden. Eran dos tios viendo porno, calentándose los paquetes hasta tenerlas duras, sacárselas y masturbarse.
Para Carter no era una paja normal entre dos colegas. Los ojos se le abrieron como platos al ver la morcilla que se dibujaba por debajo de los vaqueros a Jayden, tan larga que le llegaba hasta la mitad del muslo. El corazón se le revolucionó en el momento en que se sacó la verga, porque era todo lo que se podía imaginar y más, jodidamente larga y gorda.
Llevado por su instinto y sin pensarlo, cruzó el brazo derecho y se la agarró. Jayden flipó, dado que no estaba acostumbrado a que otro tio le cogiera la polla, pero sentir el contacto y la apresión de otra mano haciéndote el trabajo sucio era muy agradable, una sensación que le hacía sentir como en casa, como cuando su novia se la cogía por debajo de la mesa, solo que al ser un tio, este la agarraba más fuerte y sabiendo lo que se hacía.
Jayden le devolvió el favor y acabaron cruzando pajas. La porno que estaban viendo se acabó. El tio se había corrido entre las tetas de la chica y ellos seguían con las lanzas en alto. Carter miró a Jayden y le propuso acabar aquello de otra manera. Los otros chicos estaban entrenando y no llegarían hasta dentro de un par de horas por lo menos. Se inclinó y se la chupó. Jayden no supo ni qué hacer. Se le quedaron los ojos en blanco al ver la boca de ese tio comiéndose la tranca y sintió un gusto tremendo. Se dejó hacer.
Al rato, Carter se desnudó y se puso a cuatro patas sobre el sofá dándole la espalda y ofreciéndole el agujero de su culo para calmar su sed. A Jayden le costó penetrarle. La tenía tan extremadamente grande y gorda que meterla por ese agujero tan estrecho para él, suponía un reto. En el semblante de Carter se dibujó una media sonrisa de satisfacción al sentir su agujero relleno de rabo como nunca. Se puso tan cachondo que cuando empezó a follárselo cogió el trofeo del último campeonato que tenía delante y lo chupó como si fuera una polla.
Le sorprendió que Jayden quisiera sentir lo que era que llamaran a tu puerta de atrás. Mientras se abría de piernas, le confesó que cuando su novia le lamía el culito y le metía un dedo, le gustaba y quería que Carter le llevara un paso más allá. Y tanto. Carter le metió la polla a pelo y se folló su culazo con ganas, un irresistible culazo de futbolista, mientras veía cómo Jayden se pajeaba su gigantesco rabo delante de él.
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