Con paso decidido, sin un ápice de duda, Thiago Da Silva bajó las escaleras del Boyberry Barcelona semidesnudo, con unos calzones blancos tipo slip, apretaditos, que le marcaban los huevos y la polla, que se había tenido que desplazar segundos antes hacia el costado derecho porque se estaba poniendo ya muy cachondo pensando en qué tio o en qué tios se encontraría que quisieran empotrarle el culo a pollazos esa vez.
No era muy de dar su brazo a torcer. Sabía que lo que más ponía a los hombres era el morbo de aquello que no podían conseguir fácilmente. Por eso, cuando nada más bajar se topó con Kyle Fox, un chulazo guapísimo, super atractivo, con un cuerpazo tan fornido como el de Superman, que se estaba acariciando el paquete, pasó d elargo como si la cosa no fuera con él hasta que ese macho le hizo una seña con el dedo para qjue no huyera y se acercara a darle un poquito de amor.
El placer que sintió Thiago al estar cerca de ese cuerpo musculoso y caliente, abrazarse a él, desplazar su mano grande y varonil para plantar la suya sobre su paquetón, le hizo sentir feliz. Metió los dedos por la goma de los calzones, agarró su polla y sela sacó fuera. Se la miró. Era larga y enorme. La apretó fuerte contra su puño y comenzó a masturbarla.
Tenía la mirada de Kyle clavada en su cara, intentando preguntarle sin palabras si le gustaba su polla. Thiago levantó la vista, le miró fijamente y le metió un morreo. No le gustaba, le encantaba. Se agachó entre sus piernas, agarró la goma de los gayumbos tirando hacia abajo, descubriendo todo el vergón y sus huevos y, sorprendido una vez más por el tamaño de esa pirula, se la metió dentro de la boca y empezó a mamar.
Estando ante un tio tan despampanante, fuerte y guapo, se vio obligado a proporcionarle una felación a medida. Nada le gustaba más que ver cómo un tio se acomodaba en el asiento y profería un gemido de gusto cuando él arramplaba con toda su polla y se la metía enterita por la boca hasta la garganta, rozándole las pelotas con la barbilla. Kyle se levantó, le agarró la cabeza por detrás con una mano y le folló la boquita.
Intentando no ahogarse de gusto mamando ese pedazo de pollón, Thiago se la sacó de la boca de vez en cuando, rechupeteándola con la lengua, esnifando el olor a rabo que desprendía la juntura entre su polla y sus huevos. Rebozó la tranca por toda su cara y la dejó caer por su propio peso, toda enorme y larga, rebotando sobre las pelotas, descapullada, con el cipotón rojizo dispuesto para la batalla.
Restregarla por encima de su cara, sentir el roce de ese capullo deslumbrante y enorme contra sus narices, mirar a ese macho a los ojos mientras los hacía, descubrir cada centímetro de su musculoso cuerpazo, sus pectorales macizos y bien marcados. A por ellos que fue con el sabor de la polla en la boca. Hizo el vacío con los labios a una de sus tetillas y se la lengüeteó ávidamente. Luego fue a por la otra.
Ese cuerpo merecía que lo repasaran con la lengua una y otra vez por todas partes. Probó sus labios y Kyle le devolvió el gesto degustando sus pezones. Se lo llevó a la escalera y se la siguió mamando. Ahora estaba más dura que antes y aún así lo hizo, tiró hasta el fondo y se la clavó por la garganta quedándose sin respiración. La dejó ahí dentro unos segundos. Podía sentir cómo Kyle se revolvía de placer, intentando sacarla, pero Thiago empujaba más con la cabeza hacia el frente impidiendo que eso ocurriera.
No tenía pinta de que ese varón se corriera dentro de su boca sin haberle follado el culo, pero si lo hubiera hecho, no le hubiera importado tragarse todo su semen. Tampoco creía que ese macho fuera de los que se comen pirulas y lo hizo. Kyle le levantó, se inclinó, le cogió la polla por la base y se la empezó a chupar. Qué rico cuando le miró a los ojos desde abajo, con la polla dentro de su boca, esnifándola, rebozándola por los pelos de su bigote y su barba. Fueron apenas unos segundos que le supieron a gloria y le hicieron convertirse en su putita particular.
¿Que el macho quería que se diera la vuelta mirando hacia la barandilla de las escaleras del Boyberry y se abriera de piernas? Pues él lo hacía. Con el mismo mimo que le había chupado la verga, Kyle le abrió el ojete del culo. Qué buena lengua tenía el cabrón para abrir culitos. Cuando Kyle se levantó y metió su polla desnuda, ya tenía el hueco hecho a su medida.
Para Thiago, la forma en la que empezó a follárselo fue demasiado respetuosa. Con el cuerpazo que tenía ese chulo, quería que lo reventara a pollazos, que utilizara cara fibra de cada músculo de su cuerpo para joderle y darle bien por culo. Le enseñó el ritmo culeando hacia atrás, tragándose toda su polla por el agujero. Kyle cerró los ojos e intentó seguirle el ritmo.
No era que no quisiera, es que estaba demasiado apretado ahí dentro y las piernas le temblaban de gusto como si se fuera a correr de un momento a otro. Le gustaba mucho ese chaval, su culo tan bonito, la forma perfecta en que encajaba el pene dentro de su agujero. Volvieron a temblarle las piernas, un gusto le invadió la cabeza recorriéndole la espalda y casí pudo jurar que algo se le había escapado, que Thiago se había llevado una buena preñada.
Pero no del todo. Kyle controló enseguida y retomó la follada empotrándole bocarriba. Thiago se asió la polla dispuesto a cascarse una buena paja admirando la cara y el cuerpazo de ese cabrón sobre su cuerpo dándolo todo. No pudo definir a ciencia cierta qué fue lo que le hizo volar a otro mundo. Esa cara atractiva de machote, sus pectorales o quizá todo su conjunto que le encantaba. Se corrió encima soltando unos buenos lechazos que le llegaron hasta el cuello y formaron un charco sobre su torso.
No dejó de mirarlo, todavía aguantando la respiración del último escalofrío de la corrida. Del gustillo, el cuerpo le obligó a esbozar una sonrisa de júbilo que Kyle le devolvió para después inclinarse, recoger un poco de su leche con la punta de la lengua y darse un besito con lengua y jarabe de macho por medio. Al ver que al zagal le molaba esa guarrada, Kyle recogió más con el pulgar, se metió toda la lefa en la boca y le dio de comer escupiéndola sobre su lengua para después morrearle.
Todavía quedaba más leche por sacar, la suya. Se puso de pie y se la meneó justo encima de la carita de Thiago, que estaba con la boca abierta y la lengua por fuera, todavía sediendo. El primer disparo salió desviado hacia su barbilla dejándole un rastro de mecos en los pelillos de la barba y la perilla, luego recibió una dosis de lefa bien espesita en todos los labios. Al separarlos, una hilera de semen todavía les unía, una hilera que acabó cayendo en el interior de su boca. No paraba de caer lefa sobre sus morros, leche espesa que se quedaba colgando del puño de la mano varonil de ese chulazo. Thiago se metió el tronco dentro de la boca, disfrutando de esas últimas gotas deliciosas que salían de la raja del capullo y se amamantó de él como si fuera su mejor biberón.