Tener el control sobre tu polla es tener el poder en tus manos. Tú diriges, tú controlas, tú marcas el ritmo, la presión y la intensidad, tú decides cuándo vas a saco y cuando paras. Pero cuando es otro el que te la menea, la cosa cambia y más si como Ransom, no va a frenar hasta conseguir sacarte toda la leche de las pelotas. Cozmo sonríe al sentir el calor de una mano ajena masturbando su rabo, pero cada manotazo le pondrá las cosas más y más difíciles.
Ransom ya no se conforma sólo con pajear esa polla gordita. Sigue descapullándola y agrega la boca al trabajito. Cozmo se fija en la cara masculina con barba y bigote y atractiva del tio que se la está pelando y mamando a la vez. No debe pensar en la idea de querer llenársela de mecos, pero se abandona a la idea y un refujo de leche le sube por las bolas. No llega a correrse, pero algo de precum se le escapa. Se fija en Ransom, que por primera vez se la saca de la boca y le mira a los ojos, relamiéndose y agradeciendo ese improvisado regalo.
Le dice que se ponga a cuatro patas para ver su culazo. Cozmo lo tiene bonito, redondito y con una pintaza de empotrador. Ransom se enamora de él a primera vista, pasa la mano entre sus piernas, le acaricia los cojones y le empuña la chorra exprimiéndola con la mano como si estuviera ordeñándola. Se retuerce en la cama y mete la cabeza entre las piernas de Cozmo para comerle la polla.
Se tiraría un buen rato más explorando las bondades de ese veinteañero que es incluso mayor que él a pesar de que por la barbita Ransom parezca mayor, casi un daddy, pero le queda un trabajo final por hacer: servir la polla de Cozmo, no parar de meneársela hasta que se corra encima. Le gusta mirar las caras de los tios a los que se lo hace, ese increíble momento en el que su ceño se frunce y ponen un gesto de dolor y gusto, cuando sueltan un gemido intenso o un bufido descontrolado y se dejan llevar, expulsando lefa por la polla que le mancha el puño de semen cayendo como lava por la ladera de un volcán hasta depositarse en los pelos de la base de la polla. Y cuando todavía está en ese dulce momento después de la corrida, Ransom se inclina y se chupa esa pija llena de nada que sabe a gloria bendita.