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Jax empotra el culazo del guapísimo Dax sin condón con su gigantesco rabo | Sean Cody

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Delante de Jax, pegado a su torso, Dax podía sentir el calor que se desprendía del cuerpazo de ese macho que le sacaba media cabeza de altura. La curiosidad por saber si su pirula tendría el mismo tamaño que estaba imaginando su viciosa cabecita, le llevó a ponerse de rodillas y desabricharle el pantalón. Lo que salió disparado le hizo sonreir de alegría y Jax, que sabía lo que se traía entre manos, también se alegró por él.

La polla, todavía morcillona pero de un tamaño enorme, le daba a Dax para calzar una mano en la base con total comodidad y ponerse a tragar rabo. Enseguida se dio cuenta de que era más larga de lo que parecía desde arriba y es que la perspectiva siempre jugaba malas pasadas. Hasta que no se tenía una polla así enfrente de la cara, no te dabas cuenta de su verdadero e imponente tamaño.

Soltó la mano de la base y se la mamó, intentando descubrir hasta dónde llegaba. El pollón se dobló varias veces cuando el cipote golpeó la entrada de su garganta. Dax la sacó de su boca, la relamió y la rebozó por los pelazos negro azabache de su bigote y de su barba. De perfil y mamando rabo, Dax daba para una buena sesión de paja en grupo. Pareciera que le estuvieran alimentando de algo más grande de lo que jamás podría deglutir.

Dax estaba muy bien dotado, pero cuando Jax le bajó los pantalones y se quedaron los dos desnudos frente a frente, se sintió pequeño en comparación con ese tiarrón enorme. Por suerte tenía otras cosas que ponían cachondos a tios como ese, una carita guapa y un culito respingón que haría sus delicias. Jax le pegó una palmada en el culete y Dax supo qué hacer, dirigiéndose hacia el sofá, poniéndose de rodillas mirando hacia le respaldo del sofá, ofreciendo su trasero para un bien común.

Las manazas grandes de ese machote, calentitas sobre sus nalgas, le hicieron sentir cómodo. En cuanto se le relajó el ojete, Jax aprovechó para meterle un dedo que valía casi por una polla de lo gordo que era. Todavía estaba la mar de apretadito, pero a Jax era como le gustaban. Se levantó enseguida, palmeó la polla encima de la raja de su culete, mojándola por encima como un pincel y se la metió a lo bestia sin condón por el interior del culo.

Hacía tiempo que Dax había descubierto que el ojete de un hombre tiene una magia especial que le hace desplegarse ante situaciones de lo más imprevistas. Tener una polla grande, dura y caliente a punto de entrar, era una de ellas. Jax no sólo tenía una buena minga, sino unos cojones colgantes que hacían virguerías, estampándose en la entrepierna del pasivo, proporcionándole un placer extra.

Los mofletes comenzaban a tomar color en las mejillas de Dax, como si le estuvieran atiborrando de comida. Comida por el culo. Jax cada vez arreaba más fuerte por detrás y cada vez Dax tenía que aferrarse más fuerte al respaldo del sofá. Era una puta máquina de follar. Dax no quería desprenderse de esa postura. Le encantaba sentir el golpeteo de los huevos cargados de ese empotrador, pero había otra postura con las que los sentiría mejor y más tiempo, calentitos encima de su culo.

Se tumbó en el suelo bocarriba, se abrió de piernas y elevó el culete dejándolo como una vasija en forma de V apoyado contra el cojín. Jax se hizo un hueco flexionando las piernas e inclinando la polla hacia su agujero y se la metió enterita. Ahí estaban, sus calientes cojones sobre la raja de su culo y además pegaditos y sin desprenderse de él.

A Jax le vencían las fuerzas. Se inclinó hacia Dax sin dejar de meterla y le asió el cuello con una mano. Antes de derretirse de gusto, prefirió coger a Dax en volandas, empalarlo en su pene, agarrarle por debajo de las nalgas, impulsarle hacia arriba y dejar que la gravedad hiciera el resto del trabajo. Sobó su culo blanquito, guapo y redondito mientras lo penetraba. Un reflujo de semen acudió a su rabo dispuesto a salir escopetado.

Lo aguantó como pudo. Se llevó a Dax a un rinconcito del sofá y allí se folló a saco a ese guaperas, gozando de su carita, su cuerpo fibrado, sus brazos peludetes y el pollón rebotando contra su estómago. Estaba buenísimo y lo gozó al ver cómo se corría para él, soltando esos lingotazos blancos mientras ponía cara de esfuerzo y satisfacción arrugando la frente.

Sacó la polla de su culo y se la pajeó encima de él. No paró de meneársela mientras los chorrazos blancos salían formando eses, cayendo sobre ese cuerpecito de escándalo. Regar con su lefa a un tio tan guapo era un momento especial. Dax le dejó que se corriera a gusto, miró hacia abajo y vio su torso cubierto de semen. Jax se abalanzó y se besaron. Dax pudo sentir el miembro viril y caliente de Jax en su cadera, mojado, todavía latiendo y dando espasmos involuntarios. Cuando Jax se incorporó, Dax le agarró la pija y la soltó para dejarla caer entre sus piernas. Hasta flácida era un pollón de dimensiones descomunales.

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