Chicos, hora de la foto navideña en familia. Johnny B llevó a sus dos hijos un par de pijamas rojos que quedarían genial con el fondo decorado con motivos navideños en la pared para la foto en familia. Le encantaba ver cómo se desnudaban delante de él, sin complejos. Les tenía un poco canijos, muy delgaditos, como él solía decir, de tantas pajas que se hacían, pero de rabo habían salido a él, eso sin duda.
Andrew Powers gozaba de buena salud el cabronazo, la tenía más larga y gorda que su padre, con un buen badajo bamboleándose entre sus piernas. Su hermano Levi Rhodes se vistió dándoles la espalda, lo qe quería decir que ya se había empalmado mirándosela a su hermano. Siempre le pasaba lo mismo y es que el zagal tenía facilidad para que su pollón, tremendamente grande, se pusiera a tono de cero a cien en apenas unos segundos.
Por mucho que intentara esconderlo juntando las palmas de las manos en su zona viril, no tenía forma de tapar tamaña empalmada. Su padre y su hermano se miraron, sonrieron y a Levi se le puso la cara roja como un tomate, con las mejillas ruborizadas. Ahora que ya eran dos hombrecitos, Johnny les confesó algo que llevaba tiempo queriendo decirles.
Había descubierto las revistas porno debajo de sus camas y sabía que se regalaban amor mutuamente masturbándose en la cama de abajo de las literas. Antes de que vieran ciertas cosas o las aprendieran por internet o revistas, prefería que las conocieran por él de primera mano. Desde ese mismo momento quedaban inauguradas las charlas de sexo entre padre e hijos, todas muy prácticas.
Les hizo ponerse de rodillas mirando hacia el respaldo del sofá. Ya habían notado los dos que hacía fresco por la parte del trasero y es que los trajecitos estaban hechos así a posta, para que al poner el culo en pompa todo quedar a la vista y preparado para comerles las rajas, para ver sus pelotas colgando entre esas piernas canijas y peludas de los hombres en que se estaban convirtiendo, para poder cogerles las mingas duras y grandes, pasárselas con una mano por detrás, entre las piernas, relamérselas y mamárselas.
Antes de que cualquier otro chico tuviera el placer de chuparse esas pijas, Johnny quería ser el primero, que para eso esos dos habían salido de sus cojones. Joder, qué vergón le había salido el más benjamín de la familia. Tenía una buena ubre para exprimir y sacar leche. El mayor destacaba por su precioso culazo, blanquito y con un agujero inmaculado. Johnny metió los morros dentro y se dejó llevar.
Después de devorarles las rajas de los culos, se sentaron en el sofá. Johnny despojó a su hijo mayor de la parte frontar del traje destrozándosela y haciéndola jirones. El chaval estaba empalmadísimo, con la polla dura como una roca formando una línea vertical con su torso, pegada a su ombligo. Se la inclinó y se la metió dentro de la boca mientras su hermano se acercaba a él y le acicalaba la tetilla del pecho.
Se puso de pie y les dio de comer de su rabo. El mayor tenía mejores tragaderas y se notaba que ya había intentado comerse alguna antes que la suya. El benjamín tenía más dificultades y no paraba de amasar el cipotón con sus labios. Levi le había salido mamón. Se aprovechó de que su hermanito estaba trabajándose el pollón de padre para inclinarse y devorar con ansias el rabo de su hermano al estilo tornillo, masajeando el tronco de ese enorme palo con sus labios como si estuviera apretando una tuerca.
De nuevo de rodillas, mirando hacia el respaldo del sofá. Los dos estaban cachondos como perros, besándose. Ya que a Levi le había regalado su polla el primero, el siguiente regalo iba a ser para Andrew. Desvirgar a su chico iba a ser su regalo personal también. Miró el tamaño de su polla, el culito delgado y super cerrado. Pensó que iba a ser imposible. Encajó el cipote dentro de su agujero y empujó con fuerza desgarrándole el ano. Qué locura, qué apretadita, qué puto gusto.
Al benjamín le temblaron las piernas. Lo quele estaban metiendo por el culo era jodidamente gordo y enorme. Menos mal que su hermano estuvo al quite y le calmó, agarrándole por el pandero, observando de cerca cómo su padre desvirgaba a su hermanito con toda esa traca, sonriendo, pues bien sabía él lo que se sentía, que ya lo había experiemntado en el piso de sus colegas.
Para cuando le tocó su turno, Levi ya sabía cómo tenía que hacerlo. Lo aprendió el otro día. Separar las piernecitas, respirar hondo, relajarse y estar dispuesto a disfrutar. Su padre y su hermano se dieron cuenta de que ya lo había hecho antes. El cabrón no se despegaba de los muslos de su padre, e incluso echaba el culete hacia atrás para que se la metiera más a fondo. Su hermano metió la cabeza entre sus piernas y comenzó a mamarle el nabo mientras aprovechaba para mirar eso que le gustaba tanto, la entrepierna de su padre zumbando de lo lindo, penetrando ese estrecho agujero.
Ayudado por Levi, tumbaron a Andrew en el sofá. Levi le agarró por las piernas y se las elevó mientras Johnny encajaba su polla dentro del culo sin condón. A Andrew se le pusieron los ojos en blanco del gusto. Levi se aprovechó de él, besándole, comiéndole la polla, dándole de comer de la suya y sentándose encima de su cara para que le lamiera la raja el culo. También se atrevió a besar a su padre, sintiendo el roce de su espeso bigote en los labios, algo tan incestuoso y morboso que le dio un placer inmenso, pues empezaban a molarle los daddies a su edad.
Padre se sentó y Levi también, pero encima de sus piernas, clavándose su mástil dentro del agujero y masturbándolo con su culo. Johnny se echó saliva en la mano y la alargó hacia un lado, donde estaba Andrew. Le atrapó la polla en su puño y le hizo una paja. Ahí estaban sus dos hombrecitos, uno dándole rabo y el otro poniendo el culo, dándole el placer que un padre merecía.
Andrew siguió los pasos de su hermano y se clavó en la pollaza de padre. Saltó y no se le dio nada mal. Al dejar su bestial picha suelta dando bandazos, toda durísima, Levi se inclinó y se la empezó a comer. No entendía por qué siendo el más jovencito era el que la tenía más grande, pero le encantaba que así fuera, porque podría tenerla siempre que quisiera, hasta cuando se hubiera echado noviente, pues para la famiia siempre había un hueco.
Su hermanito reventó de gusto. Levi notó una bomba de leche impactando contra su paladar. Retiró el pollón de su hermano de su boca y le masturbó en rabo. Una buena cantidad de leche salió de su cipote mojándole los dedos del puño, cayendo a saco hacia abajo, depositándose sobre sus pelotas, goteando de ellas hacia el suelo. No dejó de pelársela y mirar cómo salía la leche blanca. Andrew gimió de auténtico gustazo, todavía con la polla de su padre atravesándole el ano, la mano de su hermano fustigando su rabo. Estaba en el puto paraíso.
Johnny se sorprendió entonces de lo juguetón y vicioso que se estaba volviendo Levi. El muy cabrón aprovechó el semen de su hermanito para restregárselo por la polla y no sin una noble intención. Se deslizó hacia abajo en el sofá, poniendo el culete en el borde y se abrió de piernas para su padre, que lo penetró a pelo y de frente. Su padre no debería haber hecho el siguente movimiento, no al menos en ese momento en que Levi estaba todo cariñoso. Johnny le agarró el rabo y nada más hacerlo Levi explotó de gusto llenándole de semen toda la palma.
Johnny siguió metiéndola. Su hijo mayor se merecía un regalo muy especial de su parte, uno que estaba seguro no le habían hecho antes. Papá tenía derecho a ser el primero en hacerlo. Miró cómo se besaban los dos. Estaba decidido. Mantuvo el ritmo de la follada hasta que se deshizo de gusto y empezó a bombear toda su leche en el culo de Levi, preñándole por dentro. Al sacarle el rabo, un manantial de lefa blanca salió de su precioso agujerito. Puede que el resto de padres temieran las charlas de sexo entre padres e hijos, pero para Johnny se convirtieron en los mejores momentos de su vida.
Nota: Las imágenes, el vídeo y el texto reflejan una obra de ficción. Los actores no tienen ninguna relación de parentesco real.
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