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Lucca y Marco dan de comer rabo y se follan a pachas y sin condones el precioso culito de Joe Dave | Latin Leche

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Con el paso de los días, después de haber llegado a follar delante de la cámara con su novio Joe DaveLucca empezó a perder la timidez frente a los focos, ya incluso salía más que el propio Joe en los vídeos de sus fans, sobre todo hablando de las costumbres de la familia de su novio, que eran muy dados a pasearse desnudos por la casa como Dios les trajo al mundo.

Ver a su chico paseando de esa manera, con la pija colgando, era algo a lo que estaba acostumbrado. Con lo que no contaba era con que su padrastro también hiciera lo mismo y de repente, grabado un vídeo, pasaran los dos detrás de él en bolas hacia la cocina. Al mirar hacia atrás, como a Joe ya lo tenía muy visto, su mirada se detuvo en el contoneo del rabo de Marco y en el movimiento de sus nalgas. Joder con el padrastro, menudo novio se había echado la madre, dotado y jovencito, pensó Lucca.

Pero que se pasearan en bolas por la casa no era lo único que hacían. Debido a que apenas había mucha diferencia de edad entre los dos, Joe y Marco eran casi como amigos y a menudo, cuando su madre pasaba largas temporadas fuera de casa, él se encargaba de hacer las manualidades maritales para con el hombre de la casa.

Era algo con lo que Lucca tendría que lidiar cuando Marco estuviera en el piso, cosas como entrar en el salón y encontrárselos a los dos juntitos, la mano de su novio masturbando la herramienta de su futuro suegro mientras veían la tele. Era una situación tan demencial como morbosa, por eso accedió cuando su chico le propuso sentarse con ellos y pasar un buen rato, cosas que sólo podrían hacer tres hombres desnudos sentados en un sofá.

Lucca se bajó las bermudas y les acompañó. Joe estaba en medio, masturbando la pija a su padrastro, alargando la otra mano hacia la entrepierna de Marco para pajearle la minga, con las dos manos bien ocupadas. Joe se abalanzó hacia Marco besádnole, para dejarle claro que al que quería era a él, que aquello sólo era diversión y sexo. Se agachó y empezó a comerle la polla.

Mientras mamaba, Lucca no paraba de lanzar miradas obscenas a Marco. El tio era atractivo y tenía una bonita mirada. También una buena verga, grande y gorda, que en las manitas pequeñas y de dedos delgados de Joe parecía aún más grande, bien que lo sabía él cuando su chico se la agarraba. Joe intuyó que esos dos estaba haciendo contacto visual, porque a su chico se le había puesto dura en tiempo récord.

Si las cuentas no le fallaban, los dos se habían visto una sola vez y de pasada cuando su madre paseaba con Marco en el malecón y les presentaron. En esa ocasión estaban vestidos. Poco imaginaban que la siguiente vez que se encontraran iba a ser desnudos en un sofá, con los rabos duros, dispuestos a follarse el culo de su respectivo novio e hijastro.

De mente calenturienta y todo un juguetón, Joe intercambió el puesto a Marco para que su novio y él se conocieran mejor. Sí, no dejaban de mirarse, se notaba que había química, pero no terminaban por resolver. Joe, que de celos tenía poco y nada, agarró la cabeza de su padrastro y la empujó hacia la de Lucca para que se morrearan.

Les gustó y a Joe le encantó ver que se llevaban tan bien. Se agachó y esta vez le comió la pipa a su padrastro. Con lo morros llenos de saliva y el sabor a polla mojada en sus labios, cuando levantó la vista les vio a los dos embelesados, de nuevo mirándose sin reaccionar. Estaban muy paraditos, quizá enamorándose perdidamente, pero tenía que encargarse de animar la cosa para que eso pareciera una follada en lugar de un nuevo capítulo de La Casa de la Pradera.

Agarró la mano de su chico y la plantó en el pedazo pollón de Marco. El resultado fue inmediato y lo cambió todo. Al sentir la dureza de esa pija y su calor en la palma, Lucca se puso cachondo y se inclinó para mamársela. La reacción por parte de Marco no tardó en llegar. Fue sentir los labios de ese chulo en la verga y volverse loco. Joe acababa de incendiar con llamas el sofá con la chispa que hacía falta.

Qué fue antes, el huevo o la gallina. Quién se debe follar antes a chaval, su padrastro o su novio. Quien tiene mayores derechos. Al fin y al cabo ninguno era sangre de su sangre. No dejaban de ser tres amigos con derecho a roce pasándolo bien. Se lo trabajaron en equipo. Aparentemente Lucca iba a ser el maestro de ceremonias porque le dejó preparado el agujero a lametones, pero dejó el honor de ser el primero a Marco, que con mucho gusto enderezó su gorda, larga y durísima polla hacia el agujero del culo de su chaval y lo penetró sin condón metiéndole toda esa barra de carne bien adentro.

A Lucca toda aquella situación le daba un morbo de cojones, pero su cabeza todavía estaba acostumbrándose, confundida. No era normal ver a otro tio que no fuera él zumbándose el culo de su novio y que encima le gustase mirar. Y menos normal era que fuera el novio de la madre el que se lo estuviera haciendo. Era todo rocambolesco pero se le estaba poniendo bien dura.

Se alimentó del morbazo de escuchar a su chico gemir efusivamente, cuando este miraba hacia atrás, como diciendo a su padrastro que menuda verga tenía tan grande, que llevara un poco más de cuidado al metérsela. Lucca estaba bien dotado, pero era consciente de que Marco la tenía más grande y le encantó que su chico disfrutara de algo así. Eso era amor, querer lo mejor para la persona que amas.

Llegó su turno. Joe se sentó encima de sus piernas, se clavó su rabo a pelo y empezó a saltar mientras su padrastro le daba de comer polla, de pie en el sofá. Ese momento también fue extraño y diferente. Cuando lo hacían en esa postura al estar a solas, los ojos y las bocas de Joe y Lucca se buscaban, juntaban las frentes llegando a ese punto de poder de atracción inevitable. Levantar la mirada y encontrarse la boca de su chico ocupada amamantando un buen rabaco, lo cambiaba todo.

De mirar tanto hacia arriba, a Lucca se le abrió el apetito y aprovechó que los tres estaban unos al lado de los otros en el sofá con Marco en medio para inclinarse y atragantarse con su polla. Se la metió varias veces hasta el fondo, sacó la lengua para hacer un poco más de espacio relamiéndole la base del rabo y la parte superior de la bolsa de las pelotas.

Perdió la noción del tiempo. Tanto a él mismo como a su chico, les sorprendió que se quedara tanto tiempo chupando rabo, siendo él como era, un hombre más de acción, pero había algo en esa pedazo de tranca que le hacía querer mamarla a todas horas. Joe le comprendió y su madre seguro que también lo hubiera hecho.

En el tresillo, desnuditos, cada uno con la polla en su propia mano, empezaron a pajearse como colegas de instituto. Las miradas de Marco y Lucca se dirigieron al primero en correrse. Joe les dejó que miraran bien cómo escapaba la leche por su polla. Después de eso, Lucca y Marco se pajearon más rápidamente. Ver a un tio correrse siempre te excitaba y te despertaba el sentido innato de querer hacer lo mismo.

Marco miró a Lucca, que empezó a soltar unos gemidos más intensos de lo normal. Le pilló por sorpresa la pedazo paja que se hizo, sacándose un montón de leche, disparándola hacia sus pectorales, hacia el respaldo y el reposabrazos del sofá, para acabar con unos chorrazos espesos y blancos. Lucca se extrañó poque Joe no participara, cuando normalmente se habría acercado a lamerle todo.

Dejó que Lucca fuera el que esperar la corrida de Marco con la boca abierta, inclinando la cabeza hacia su entrepierna. Fueron unos chorretes cortos pero jugosos que a Lucca se le quedaron pegados en todos los morros y luego dio un repasito con los labios a todo el contorno de ese pollón bañado en semen. Al acabar, Lucca descubrió el motivo por el que les había dejado a solas en ese momento, porque lo había grabado todo para sus fans.

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