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Fabio Stallion se folla el culazo de Valentino Sistor a pelo con su gigantesco pollón y le pringa los morretes | Fucker Mate

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Se estaba poniendo cachondete Fabio Stallion tomando el desayuno o puede que ya estuviera empalmado según se levantó, sin culminar ese sueño húmedo porque su colega de piso Valentino Sistor le había levantado antes de tiempo. Puede que ahora le tocara arreglar ese desbarajuste, porque por su culpa tenía una buena tienda de campaña armada bajo los calzones, con la pija tirando hacia arriba y levantando la tela hasta por encima de la goma.

Había plátanos en la cocina, una de las frutas que más le gustaba comer a Valentino para empezar el día con energía. Le gustaba meterse la pieza de fruta hasta el gaznate y mucho más que otro tio le mirase comérsela, porque si podía hacer algo así de alucinante con una banana, qué no podría hacer con un buen pollón dentro de su boca.

Bajó la goma de los gayumbos a Fabio y se la zampó amasándola entre sus labios mientras con una manita le sacaba los huevetes y se los hacía rebotar ligeramente sobre la goma blanca, por fuera, bien a la vista. En un par de mamadas, ese pollón dobló su tamaño y se convirtió en una bestia parda durísima, gorda y venosa, tan dura que Fabio tenía que retraer el culete y ayudarse de la mano para enderezarla y conducirla hacia esa boquita tragona.

Aferró la cabeza de Valentino con las dos manos y la apretó contra su entrepierna haciéndole tragar todo su rabo como le gustaba a él y le azotó la cara con unos buenos pollazos mientras le comía los huevos. Fabio empezó a volverse loquito con esos morretes húmedos y calientes. Menudo hocico tenía el colega. Esos labios amasaban su polla con dulzura y apetito, su larga y experta lengua no dejaba de avivarle la tranca dejándosela llena de babas.

Tras comerse la raja de su culito con unos buenos lengüetazos, Fabio se puso detrás de Valentino, le levantó una piernecita dejándola sobre la encimera y entró a saco. No tenía forma de pedir perdón por tenerla tan gorda y tan tocha, era el tamaño de rabo del que le había provisto la madre naturaleza. Más que rellenar el agujero de Valentino, de tan grande que la tenía arrasó con él a su paso penetrándole el orificio.

Le abrió un buen agujero en el culo, se inclinó un poco para amoldarse a la inclinación de su durísima y tiesa polla que no había forma de domarla y en cuanto dejó de notar tanta resistencia, le enculó por detrás. Como las parejas que se aman, el chico detrás de la chica, abrazándola, andando juntos sin soltarse, así caminaron Fabio y Valentino, con la polla y el culo todavía unidos, hasta la silla que había cerca, donde Valentino se puso a cuatro patas y se dejó follar a pelo.

No terminaba de acostumbrarse a la enorme verga de ese semental francés. A pesar de tener durante un buen rato su gigantesca tranca de veintidós centímetros al completo penetrándole por la retaguardia, los gemidos que salían por su boca le nacían del alma y los ojos se le quedaban en blanco del puto gusto. Se fueron a la camita y allí en la intimidad Valentino se dejó follar la boca y la garganta. Se metió entre las piernas de Fabio y su boquita mamona se convirtió en el nuevo agujero de su culo, al que Fabio se ventiló sin miramientos, disfrutando de los soniquetes guturales que llegaban hasta sus oídos.

Valentino se tumbó en la cama y se abrió de piernas. Necesitaba ese ratito especial de cara a cara con Fabio, ver ese cuerpazo arremetiendo con fuerza, conduciendo el falo hacia el interior de su cuerpo. Fabio se lo folló y al principio se resistió a mirarle a la cara. Se suponía que eso tenía que ser una follada entre colegas, sin más, sin sentimiento, pero no pudo abstraerse tanto como pensaba y acabó cometiendo el error de mirar a los ojos a su compañero de piso.

Entonces dejó de comportarse como un animal salvaje y empezó a hacerle el amor sin ceder, eso sí, ni un ápice con el ritmo de la follada. Disfrutaron especialmente juntos cuando Valentino se sentó sobre sus piernas y comenzó a bombearle la polla con su santo culazo, cuando se dejó caer encima de su cuerpo y se besaron mientras sus cuerpos se frotaban y se unían.

Que Fabio le hiciera la cucharita por detrás es algo que a Valentino le sentó especialmente bien. Le encantaba que le pillaran así, a traición, que le empuñaran una buena verga por el ano y poder ver la cara de su traidor, su furia mientras le robaba el culo y todas sus pertenencias. Fabio era un muy buen amante y además de los guapos. De cuna y casta le venía.

Una vez salió de su interior, Valentino se tumbó en la cama, se agarró la polla y se la masturbó hasta correrse, dejándose la leche encima del puño. Miró a Fabio. Estaba excitado, sudando, con el pelito del flequillo mojado y pegado a la frente. Le vio acercarse hacia él gateando de rodillas sobre el colchón, con premura mientras se pajeaba la polla. Cuando casi estaba cerca de su cara, el cabrón se corrió a lechazos mojándole el torso y el cuello y llegó a tiempo para meterle unos buenos lefazos dentro de la boca, depositándolos sobre su lengua, sus labios y la barbilla, deliciosos, blancos, pegajosos. Valentino se metió esa polla recién corrida en la boca y empezó a mamarla comiéndoselo todo. Fabio se agachó y le metió un morreo ensuciándose los morros con su propio caldo.

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@ fotos por Oscar Mishima

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